En la mesa redonda Escritores e inteligencia artificial, celebrada el pasado viernes en Hay Festival Segovia, se ha asegurado que la inteligencia artificial generativa (IAG) transformará nuestra sociedad en general mediante un nuevo contrato social, y el mundo editorial en particular, al proyectar oportunidades, pero también retos y, si se hace de forma descontrolada, diferir riesgos importantes, como un retroceso en el pensamiento crítico (puede descargar la imagen del acto aquí © CEDRO).
Los participantes de la mesa, el escritor y periodista Juan Soto Ivars, y Jorge Corrales, director general de CEDRO, moderados por la presidenta de la Entidad, la escritora Carme Riera, han coincidido en que la IAG no puede competir con la inteligencia humana.
Juan Soto Ivars considera que «a la IAG le faltan elementos humanos, como la empatía o el sentido de la justicia, que para una máquina es numérico y no ético». Sin embargo, ha subrayado el hecho de que estos sistemas están creados por los humanos.
Por otra parte, Jorge Corrales ha puesto en valor el esfuerzo y el trabajo de creación de un escritor, traductor o periodista frente al producto generado por la IAG, basado en la copia de otras obras y contenidos editoriales.
Precarización del trabajo autoral y editorial
Ambos ponentes han alertado de que la implementación desordenada de esta tecnología podría llevar a la precarización del trabajo de los escritores, traductores, periodistas y editores.
Juan Soto Ivars ha asegurado que la IAG agrava la situación que viven autores y editores por el robo de sus obras: «Esto ya nos pasó con internet, el daño ya estaba hecho».
Además, han explicado que esta tecnología también podría seguir profundizando en una concentración y monopolio de las grandes empresas tecnológicas en el mercado digital. De hecho, Corrales ha recordado que el desarrollo tecnológico «siempre acaba provocando desigualdades sociales».
Una IAG ética
Tanto Soto Ivars como Corrales consideran que es posible un equilibrio entre el desarrollo de la IAG y la propiedad intelectual.
Soto Ivars ha afirmado que la ética y la tecnología tienen una relación ambigua y que lo que se necesita son lectores con «criterio educado», pero lamenta que «el sistema educativo actual no vaya en esa dirección».
El director general de CEDRO ha añadido que «para desarrollar un modelo de IAG se necesitan más de cien millones de euros, por eso no es comprensible que no se destine un porcentaje adecuado de esa cantidad al pago de los derechos de autores y editores de libros, periódicos, revistar y partituras».
Corrales ha asegurado también que es posible un equilibrio entre tecnología y derechos de autor si se garantiza la «triada formada por la autorización de los titulares de derechos para el uso de sus obras, la trazabilidad de estas y una remuneración acorde al valor de los contenidos utilizados». Por ello, CEDRO está explicando entre todos los agentes involucrados —legislador, gobiernos, tecnológicas y titulares de derechos— que el impulso de las nuevas tecnologías es compatible con el reconocimiento de los derechos de los colectivos autorales y editoriales.
Otra de las transformaciones a las que se ha hecho referencia en esta sesión ha sido la socia, en la medida en la que va a afectar a todos los sectores de la sociedad.
Una mirada a otros países
Asimismo, los ponentes se han referido a los avances que viven autores y editores de otros países, como Brasil, Polonia o Australia, cuyos gobiernos ya están dando pasos para impedir el uso no autorizado de obras protegidas en el entrenamiento de los modelos de IAG generativa. «La Unión Europea debería iniciar también este camino», ha dicho Jorge Corrales.