La tasa de desempleo mundial se situó en el 5,4% en 2019 y la OIT prevé que no varíe esencialmente en los próximos dos años, lo que significa que la disminución gradual de la tasa de desempleo observada entre 2009 y 2018 parece haberse detenido.
"Dado el alto nivel de incertidumbre sobre la forma en que las tensiones comerciales y geopolíticas de los próximos dos años incidirán en la confianza de las empresas y los consumidores y, por consiguiente, en la creación de empleo, es difícil predecir cómo evolucionarán las diversas medidas de la infrautilización de la fuerza de trabajo", apunta en el informe.
La OIT ha afirmado que, aunque el desempleo mundial se ha mantenido relativamente estable durante los últimos nueve años, la desaceleración del crecimiento económico hace que no se creen suficientes empleos nuevos para absorber los que se incorporan al mercado laboral.
Asimismo, ha alertado de que más de 470 millones de personas en el mundo carecen de un acceso adecuado a un trabajo remunerado como tal o se les niega la oportunidad de trabajar el número de horas que desearían.
En concreto, ha asegurado que existe un desajuste entre la oferta y la demanda de mano de obra que se extiende mucho más allá de los 188 millones de desempleados que hay en todo el mundo en la actualidad.
De hecho, también hay otros 165 millones de personas que tienen empleo, pero desean trabajar más horas pagadas, y alrededor de 120 millones de personas no están clasificadas como desempleadas, pero están marginalmente vinculadas al mercado de trabajo y podrían encontrar un empleo en un futuro próximo.
Por ello, la OIT ha señalado que estas conclusiones muestran el valor de una medición más completas de la subutilización en el mercado de trabajo y de la medición tradicional de la tasa de empleo.
"Los objetivos de lograr el pleno empleo y elevar el nivel de vida en todo el mundo son tan esenciales hoy en día como siempre", ha recordado la Organización, que ha dejado claro que los gobiernos, trabajadores y las compañías deben seguir dando prioridad a unas políticas del mercado de trabajo que persigan estos objetivos.
Del informe también se desprende que el ritmo y el tipo de crecimiento no solo dificultan la reducción de la pobreza en los países bajos, sino que también obstaculizan las posibles mejoras en el trabajo.
Trabajadores 'pobres'
Otro mensaje clave que lanza la organización es que "tener un trabajo remunerado no supone una garantía de condiciones de trabajo decentes o de un ingreso adecuado para muchos de los 3.300 millones de empleados en todo el mundo" que se registraron en 2019.
"Con demasiada frecuencia, la falta de ingresos u otros medios de apoyo financiero obliga a los trabajadores a realizar trabajos que son informales, están mal remunerados y proporcionan poco o ningún acceso a la protección social y a los derechos laborales", ha resaltado, tras afirmar que en este caso se encuentran los 1.400 millones de trabajadores por cuenta propia y los trabajadores familiares auxiliares en los países de ingresos bajos y medios.
El estudio señala que la parte del ingreso nacional destinada a la mano de obra se disminuyó de manera sustancial entre 2004 y 2017 del 54% al 51% y que esta caída fue significativa desde el punto de vista económico en Europa, Asia Central y las dos Américas.
Además, la OIT advierte de que el fortalecimiento de las restricciones comerciales puede tener "graves" repercusiones, directas o indirectas, sobre el empleo.
La Organización recomienda cambiar el tipo de crecimiento para estimular las actividades de mayor valor añadido a través de la transformación estructural, la modernización tecnológica y la diversificación de la producción.
De hecho, la OIT ha resaltado que la subutilización de la mano de obra o los empleos de baja calidad significan que las economías del mundo están perdiendo los beneficios potenciales que representa "el enorme caudal de talento humano".