El director de Asesoría Jurídica de Concursal y Reestructuraciones de CaixaBank, Lluís Farrés, considera que la nueva regulación está orientada “no a superar la insolvencia, sino a prevenirla”, y ello es posible gracias a que las empresas pueden plantear un plan de reestructuración a dos años vista con respecto al momento en que prevean que no podrán hacer frente a sus deudas.
Para Lluís Farrés, las empresas deben anticiparse, ser transparentes y llegar a acuerdos con todas las clases de acreedores, evitando el conflicto y la litigación. “Todo lo que se haga por consenso desde el primer momento tiene muchas más probabilidades de acabar pronto y bien”, ha asegurado.
Sergio Serrano, director de Proyectos Singulares del Banco Sabadell, cree que actuar de forma temprana facilita la valoración de la empresa (aspecto clave en las negociaciones de un plan de reestructuración) y ayuda a captar el interés de los fondos especializados.
En su opinión, “tenemos que buscar soluciones y no aplazamientos del problema” y aboga por que las empresas zombis salgan del mercado para no perjudicar a las compañías que funcionan bien.
Guillermo Prada, socio de PradaGayoso, ha alertado de los riesgos de que las compañías medianas y grandes no tomen medidas a tiempo: “Si una empresa se encuentra a menos de tres meses de una situación de impago generalizado, los acreedores pueden presentar su propio plan de reestructuración e imponérselo a los socios, que podrían llegar a perder el control de su empresa”.
En ese sentido, Guillermo Prada ha afirmado: “Si un empresario quiere salir reforzado como Single Home en lugar de acabar como Celsa, debe actuar pronto”. En el caso de la inmobiliaria Single Home el equipo directivo -asesorado por PradaGayoso- se adelantó a los problemas y presentó a tiempo un plan de reestructuración que ha sido homologado por el juez, mientras que en el caso de la siderúrgica Celsa los acreedores han tomado la iniciativa con su propio plan de reestructuración y los socios corren el riesgo de perder su posición.