Ha pasado ya un tiempo de la celebración del Primer Legal Hackathon que se celebró en España, en este caso más concretamente en la Universidad de Deusto en Bilbao el pasado 16 de mayo. Como el buen vino, cuando se reposa, una vez pasada su organización, todo el subidón de la celebración, el descorche y realmente queda el gran sabor de boca, es cuando más se puede saborear lo que aconteció en Bilbao.
Fue un día con una agenda intensa tanto para los participantes del hackathon, como para visitantes, ponentes, organizadores y miembros del jurado. Y lo que podemos destacar de lo que allí se vivió es el compañerismo existente, si bien la profesión jurídica cuenta con esa fama de competitiva, solitaria y conservadora; en el hackathon se evidenció cómo los tiempos cambian, cómo el sector también es innovador, con ganas de poner en práctica nuevas ideas, desarrollos y sobre todo cómo se acentúa el compañerismo, las ganas de trabajar en equipo, como se tejen nuevas redes y cómo la tecnología también está haciendo que se posibiliten encuentros que antes incluso eran insospechados en el sector jurídico.
La agenda del día arrancó con ponencias de alto nivel y fuera de los estereotipos a los que también nos tienen acostumbrados, incluso con ganas de innovar en el tipo de jornadas, con más participación de los asistentes y rompiendo esquemas. Los ponentes fueron Carlos Polo y Xabi Álvarez con la ponencia “Abogado, ¿eres vitamina o eres antibiótico?”. Posteriormente, David Mayoral de Erle Robotics e Ignacio Rodríguez, hablaron de los drones y de la necesidad que tiene el sector de contar con abogados expertos en dicha materia. Eneko Delgado y Jon Martínez de Pulsar Concept, nos acercaron la ponencia “El videojuego, una diversión muy legal”. Maitane Valdecantos y Álvaro Díez fueron los encargados de llevar a cabo la ponencia “Nuevas fórmulas de comercializar la música”. Unai Camargo, habló sobre innovación en el sector legal. Finalmente Carles Argemí, presentó a Testamenta y David Maeztu, hizo así mismo la presentación en sociedad de Legalitas Lab.
Mientras, los grupos ya organizados trabajaron sin descanso y con un ambiente especial por lo que estaba ocurriendo, en el desarrollo de sus ideas, el prototipado de las mismas, su diseño y, como no, los condicionantes jurídicos de los proyectos, ya sea la propia creación de un startup, sus condiciones legales, políticas de privacidad, registro de marcas, y un largo etc donde los abogados pusieron toda la carne en el asador para que la idea tuviese toda la base legal necesaria para una puesta en funcionamiento de la idea sin ningún sobresalto.
A las 19h llegaba la hora esperada y fatídica, por una parte con las ganas de todos los grupos de presentar sus ideas tanto al público, patrocinadores como a los miembros del jurado, pero con los nervios a flor de piel sabiéndose examinados y teniendo tan cerca, después de un duro trabajo, un premio y, casi lo más preciado, un reconocimiento de todos los presentes.
Los proyectos que se presentaron fueron de alto nivel y realmente representaban necesidades que tienen los abogados hoy en día como la comunicación segura abogado/cliente (Secrets), la información al cliente del estado de los procedimientos (Comunica Abogado), herramientas de gestión del tiempo y espacio web como (Lex Link), pasando por herramientas para determinar la productividad de los abogados (Measures for Jurists) o que sirvan de lugar de encuentro entre abogados/as (Law Mates) y hasta un corruptómetro para que se puedan seguir los casos de corrupción.
Lamentablemente el jurado solo podía entregar 2 premios (y digo lamentablemente porque como miembro del jurado que fui se lo difícil que fue tener que elegir 2 ganadores y no poder dar premios a todos ellos). Premio Lawesome al mejor diseño y UX que fue para Law Mates y Premio a la mejor Aplicación, que recabó en Measures for Jurists. De todas formas ninguno de los participantes se fue con las manos vacías porque Términis decidió dar un año gratis de sus productos a todos los participantes.
Una primera edición fantástica que, reitero, demostró cómo la abogacía es capaz de innovar, participar en equipos fomentando el compañerismo y, además con equipos multidisciplinares. El derecho y la tecnología son 2 lenguajes distintos, condenados a entenderse y que de hecho, y así ha demostrado este primer Legal Hackathon, se entienden perfectamente y son capaces de generar grandes ideas e innovación.
Finalmente no quiero despedirme sin agradecer a los organizadores y patrocinadores haber organizado esta primera edición, y deseando que haya una segunda (y muchas más) edición mejor si cabe.
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