Un año más, celebramos el Día Internacional de la Abogacía Joven
(Ver especial completo Día de la Abogacía Joven)
Con motivo de este día, entrevistamos a Alexander Salvador, presidente del Grupo de la Abogacía Joven de Barcelona.
- Para este último trimestre se ha convocado una nueva convocatoria para el acceso a la Abogacía. ¿La profesión sigue al alza recibiendo a los estudiantes que quieren dedicarse a esta profesión? ¿crees que existe intrusismo en la profesión? ¿Qué medidas se deberían adoptar?
Creo que la abogacía sigue siendo una profesión atractiva para los estudiantes de Derecho; motivo por el cual cada año se examinan tantos futuros compañeros al Examen de Acceso a la Abogacía.
No obstante lo anterior, he de afirmar que en los últimos años desde la abogacía joven hemos detectado dos corrientes preocupantes en el mercado; la falta de colegiación de algunos compañeros que han aprobado el Examen de Acceso a la Abogacía y un cierto intrusismo de otras profesiones en las labores propias de nuestra profesión.
Respecto a la primera cuestión, nuestra detección es respecto a aquellos compañeros cuya rama de especialización no requiere de su actuación ante los tribunales de justicia. La identificación de la solución es sencilla, existe una cierta desafección colegial que los lleva hacía su no colegiación. Aunque la tipificación de la solución resulte fácil, su implementación no lo es. Aquí resulta esencial el trabajo de las corporaciones y, en especial, de los grupos de la abogacía joven para trasladar a los compañeros las innumerables ventajas que tiene participar en la vida colegial y de encontrarnos protegidos y defendidos colegialmente.
En relación con la segunda cuestión, hemos identificado que otras profesiones están promocionando la prestación de servicios propios de la abogacía. Ante ello, hay siempre dos caminos de actuación, aunque por mi parte prefiero inclinarme, siempre, por trabajar en positivo a favor de nuestra profesión. Hemos de trabajar para conseguir mejorar nuestra imagen ante nuestros conciudadanos, para conseguir que aprecien y valoren el valor de nuestro trabajo… Hemos de trabajar para que, a los ojos de la ciudadanía, el asesoramiento jurídico prestado por abogados colegiados sea sinónimo de garantía de seguridad jurídica, de confianza, de prestigio y de tranquilidad ante los problemas jurídicos que puedan padecer. En este orden de cosas, desde el ICAB se ha lanzado recientemente una muy aplaudida campaña de promoción social de la profesión.
Opino que trabajando en positivo en favor de mejorar la imagen de nuestra profesión ante la ciudadanía pierde fuerza cualquier intento de intrusismo por una mera cuestión de precio.
- Se acercan fechas señaladas para tod@s, la Navidad, y la Abogacía ha pedido que se declare la inhabilidad procesal de este periodo. ¿L@s abogad@s consideráis que vuestra profesión permite la conciliación?
Sin duda, la nuestra es una profesión compleja, a la vez que exigente. Es evidente que, en el momento en que nos encontramos ante la defensa de los derechos de nuestros conciudadanos nos podemos encontrar ante imposibilidades manifiestas de mantener una estricta conciliación, tal como puede acontecer en otras profesiones. Las vulneraciones de derechos, las indefensiones, los problemas jurídicos de nuestros clientes, sin duda, no descansan nunca...
Ante ello, hemos de encontrar soluciones para garantizar un cierto descanso de los profesionales de la abogacía, sin perjuicio de causar una indefensión o demora desproporcionado en el curso de los procedimientos. En este sentido, creo que son acertados los términos propuestos por el Consejo General de la Abogacía Española respecto a una inhabilitación procesal del periodo navideño.
No obstante lo anterior, aquí hemos de apuntar que la falta de conciliación es una problemática que afecta a toda la profesión. No es exclusiva de aquellos compañeros con una mayor dedicación procesal. Aquí, sin embargo, nos encontramos ante un problema mayormente cultural, cuya solución necesita de otros enfoques.
- El Consejo General de la Abogacía Española ha urgido a incluir en el Proyecto de Ley de Eficiencia Procesal que se contemple la enfermedad del profesional de la abogacía como una causa para la suspensión de vistas y procedimientos. ¿Cómo es la situación actual?
La situación a fecha de hoy es kafkiana. Un ejemplo como muestra. Recientemente, denegaron la suspensión de un juicio a un compañero de Barcelona que fue hospitalizado tras un accidente, incurriendo en una baja laboral de gran duración.
Ante la petición de suspensión, la Letrada de la Administración de Justicia alegó que “en el poder que se aporta figuran más letrados, por lo que puede acudir a juicio cualquiera de los relacionados en dicho documento”.
Situaciones así son constantes, día a día, en nuestra profesión. Ante ello, no puedo más que aplaudir la férrea actuación de los colegios de abogados para defender los derechos e intereses de los compañeros, así como las propuestas legislativas que se están trabajando desde el CGAE.
- Sobre las respectivas candidaturas a las elecciones a Decano y a Presidencia de las AJA de los colegios de abogados ¿echas en falta algún requerimiento de idoneidad que debiera tenerse siempre en cuenta e incluirse en la propuesta de las candidaturas?
Desde mis inicios en la vida colegial del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB) creo firmemente que todos aquellos compañeros y compañeras que han liderado el Decanato del ICAB o la Presidencia del Grupo de la Abogacía Joven lo han hecho con respeto y altura institucional en relación con el cargo que desempeñaban.
Creo que, en una solemne profesión como la nuestra, los propios cauces electorales garantizan que, únicamente, lleguen a ejercer tales cargos aquellos candidatos que cuentan con el respeto y la confianza de la mayoría de los compañeros de profesión.
Asimismo, en aquellos supuestos en que ciertos candidatos son proclamados en única candidatura, en colegios grandes con mucha actividad, tal ausencia de oposición electoral no se debe a nada más que a la incontestable confianza de los compañeros en la trayectoria institucional y profesional del candidato para ejercer el cargo.
- ¿Crees que la denominación del colectivo Abogados Jóvenes debería cambiarse por la de Abogados de Reciente Colegiación (ARCO) evitando así discriminar por razón de edad?
Interesante pregunta. Creo que tanto los abogados de reciente colegiación, como los abogados jóvenes (los cuales se incluyen siempre en la primera categoría), comparten muchos retos y desafíos en sus inicios profesionales; motivo por el cual, al menos en el caso del Grupo de la Abogacía Joven de Barcelona, nuestras actividades y formaciones han estado siempre abiertas a todos los compañeros (sin importar la edad). Considero que no existen motivos por el cual ningún compañero se pueda sentir discriminado por tal motivo.
Asimismo, pienso que la actual denominación de nuestro colectivo, a través del término “joven” transmite un espíritu de inconformismo, de aires de cambios, de ideas, de futuro… un espíritu que no debemos perder.
- Antes de la pandemia y tras ella, todos los profesionales han incidido en la importancia de la transformación digital, ¿qué cambios y avances habéis experimentado en vuestra profesión? ¿Podemos decir que “avanzamos hacia la innovación jurídica”?
Creo que durante y tras la pandemia, la profesión se ha visto afectada por un gran cambio en el propio ejercicio de la misma. La aceleración de la transformación digital de la profesión es, sin duda, una de las aristas de este gran cambio.
¿Qué significa que la profesión se esté transformando digitalmente? En mi opinión, entre otros, podemos identificar dos movimientos interesantes. A nivel general, nos hemos visto obligados a efectuar un uso más extensivo de la tecnología en nuestro día a los fines de propiciar una mayor flexibilidad en el uso de recursos (i.e., la utilización de Teams para la realización de reuniones). A nivel concreto, cierto rango de despachos ha empezado a implementar tecnología especifica para el sector jurídico (también conocida como legaltech), con la finalidad de automatizar procesos (i.e., en el marco de servicios commodities) y dirigirse hacia una mayor eficiencia del uso de recursos.
Por otro lado, cuando hablamos de transformación digital, considero que hemos de hablar de un uso más acentuado de la tecnología en una profesión que ya se encontraba en camino de este proceso de tecnologización. No creo que este proceso nos esté llevando hacía una estricta innovación jurídica, pero, si hacía una mayor flexibilidad en el uso de recursos humanos y técnicos. Tal hecho, considero que nos está permitiendo la posibilidad de contar con capital humano de mayor valor añadido, a la vez que nos permite mayor flexibilidad geográfica respecto a su captación. Estamos, sin duda, rompiendo barreras geográficas para atraer al mayor talento en firmas de abogados y empresas. Avanzamos hacía una sociedad jurídica deslocalizada y de mayor capital intelectual.
- Al igual que la innovación jurídica, la formación de todos los operadores jurídicos es de gran importancia, ¿en qué materias y/o áreas es necesario que los abogados se sigan formando?
Creo que la abogacía joven ha venido reclamando históricamente un mayor aprendizaje en soft skills, incluso en etapas muy iniciales académicamente, que permitan adentrarse en el mundo profesional contando con las máximas posibilidades comerciales.
Al respeto, considero que a veces tal reclamación puede perder cierto foco. Desde mi perspectiva, hemos de diferenciar entre dos tipologías de soft skills: Aquellas básicas, como la redacción, la ordenación de ideas, la oratoria, la negociación... Y aquellas soft skills avanzadas como la orientación a negocio, la captación y gestión de clientes, etc.
En mi opinión, las Facultades de Derecho tienen que seguir formando juristas. Pues, en estas es donde construimos nuestros primeros cimientos como futuros abogados. Y en esta etapa es dónde, paralelamente, se nos tiene que facilitar el aprendizaje de soft skills básicas -como las mencionadas-. En nuestros primeros años de profesión se nos exigirá sólidos conocimientos técnicos, así como unas soft skills básicas excelentes.
Creo firmemente que, aún a pesar del atractivo de las soft skills avanzadas, los abogados jóvenes hemos de seguir formándonos constantemente a nivel técnico y puliendo nuestras soft skills básicas. Y ahí, en el futuro, residirá la diferencia entre un buen abogado o un vendedor de enciclopedias jurídicas.
- Algunos colegios impulsan el “mentoring” y el “coaching” para facilitar el inicio del ejercicio a los abogados jóvenes. ¿Cómo valoras estas iniciativas? ¿crees que sería conveniente potenciarlas aún más?
Desde el Grupo de la Abogacía Joven de Barcelona somos pioneros en impulsar iniciativas de mentoring para la abogacía joven. Desde hace más de nueve años, venimos impulsando un programa de mentoring para dar apoyo, mediante mentores sénior, a los jóvenes abogados y abogadas que se inician en el ejercicio de la abogacía, tratando de ayudarle de manera mentorizada a encontrar soluciones a las dudas, necesidades o inquietudes que puedan tener en el día a día de su labor profesional.
Considero que, sin duda, iniciativas de mentoring como la impulsada desde nuestra casa deberían ser implementadas por otras corporaciones. Los resultados ahí están… Nueve ediciones es un buen ejemplo de éxito, no?
- En estos 12 meses ha habido diferentes e importantes novedades legislativas, ¿cuál consideras que ha sido la de mayor envergadura? ¿Cuál la que puede “llegar a colapsar” los juzgados?
Es totalmente cierto que este año hemos vivido la aprobación de innumerables novedades legislativas como, por ejemplo, la Ley Crea y Crece, la Reforma Concursal… y aún estamos a la espera de la Ley de Medidas de Eficiencia Procesal.
Y aquí, sin importar la reforma legislativa ante la que nos encontremos, por una mera cuestión de constante acumulación, estamos en un constante peligro de colapso o cuasi colapso en nuestros tribunales. Pues estamos ante un problema endémico y estructural de falta de medios e inversión en el funcionamiento de nuestra Administración de Justicia.
El buen o mal funcionamiento de nuestros tribunales tiene un impacto directo en nuestra economía. Al respecto, no pueda más que recomendar la obra “La factura de la injusticia” de Juan S. Mora-Sanguinetti. Creo que, políticamente, es necesario darle la importancia que se merece a la falta de medios en la Administración de Justicia.