El auge de las plataformas digitales ha cambiado radicalmente la manera de comprar y vender, conectando mercados globales en segundos y haciendo posible la realización de transacciones internacionales de manera ágil y accesible.
A pesar de sus ventajas, estas plataformas se han convertido en un escaparate para la venta de falsificaciones, poniendo en riesgo la protección de los derechos de propiedad intelectual e industrial. Entre ellas, podemos destacar AliExpress, eBay, Amazon o, la que está marcando tendencia en la actualidad, HACOO.
En efecto, HACOO es una plataforma digital de comercio electrónico que opera principalmente a través de una aplicación móvil, que ofrece una gran variedad de productos, desde artículos de moda hasta dispositivos electrónicos.
Las fotografías de los productos en HACOO son una herramienta clave en su estrategia comercial. Estas imágenes están diseñadas para permitir que el consumidor intuya que el artículo puede llevar el logo de la marca que se está vulnerando, pero sin mostrarlo de manera explícita. Esta táctica visual genera en el consumidor la percepción de estar adquiriendo un producto de alta gama, mientras se evita la identificación directa con la marca original. Cuando los usuarios reciben sus productos, descubren que, efectivamente, los logos de las marcas renombradas están presentes en los artículos adquiridos.
Además, HACOO se diferencia del resto de plataformas digitales por el cuidado depositado en cada aspecto del producto falsificado: desde los materiales hasta los acabados, pasando por los embalajes. Los productos llegan a los consumidores en embalajes, cajas, bolsas y etiquetas cuidadosamente diseñados para imitar a los originales, así como con certificados de fabricación y de aparente originalidad. La atención a estos detalles, junto con el precio significativamente más bajo, crea una experiencia de compra que, aunque consciente de la falsificación, se percibe como legítima por parte del consumidor.
En España, la comercialización de productos falsificados constituye un delito tipificado en el Código Penal (art. 274). No obstante, toda esta entramada comercial y tecnológica llevada a cabo por HACOO hace que activar procedimientos penales para perseguir estas conductas y obtener resultados efectivos de cese sea una tarea cada vez más compleja.
En efecto, HACOO está logrando esquivar incluso a las herramientas de vigilancia digital basadas en inteligencia artificial para rastrear imágenes y textos que puedan guardar relación con los productos originales. Asimismo, existe la dificultad añadida de localizar al responsable que encuentra detrás de la venta de los productos falsificados, especialmente cuando se trata de plataformas que operan de forma anónima o mediante intermediarios, como es el caso de HACOO.
Ante el creciente problema de las falsificaciones en plataformas digitales como HACOO, los tribunales se están viendo cada vez más forzados a adaptarse y desarrollar nuevas estrategias tecnológicas para la identificación y persecución de estas infracciones.
- Identificación y rastreo de direcciones IP: Para superar la anonimidad de los vendedores, los tribunales están recurriendo al uso de tecnologías de rastreo de IP, con el objeto de identificar la ubicación y el dispositivo utilizado para realizar la venta de productos falsificados. Siendo honestos, en la práctica esta medida no siempre es concluyente, ya que los infractores utilizan herramientas como redes privadas virtuales (VPN) para ocultar su verdadera localización o emplean direcciones IP compartidas.
- Bloqueo de sitios web y plataformas infractoras: Los tribunales pueden ordenar el bloqueo de sitios web que se dedican a la comercialización de productos falsificados para interrumpir el flujo de ventas de productos mientras se lleva a cabo la investigación. En el caso de plataformas como HACOO, esta medida se muestra ambigua, además de por la gran variedad de productos, en su mayoría las fotografías no permiten identificar de manera clara la infracción.
- Investigación más allá de la plataforma: Los tribunales intentan ampliar su enfoque hacia los intermediarios y los actores tecnológicos que facilitan la venta, otorgándoles responsabilidad y exigiéndoles una actuación diligente en caso de detectar indicios suficientes de infracción. El principal handicap de esta medida es que en muchos casos se hace necesaria una coordinación con organismos judiciales de otros países, lo que prolonga el proceso de investigación y complica la persecución de las infracciones.
- Colaboración con agentes de aduanas y autoridades internacionales: Los tribunales están impulsando la colaboración entre diferentes autoridades, como el IP Enforcement Portal en el marco de la Unión Europea. Aunque esta medida está en constante desarrollo, se está implementando cada vez con mayor frecuencia. Sin embargo, como resulta lógico su eficacia es más notoria cuando los productos entran a España o a la Unión Europea por fronteras, ya que permite interceptar envíos en grandes cantidades. En cambio, resulta menos eficaz cuando se trata de envíos de un solo producto, lo que dificulta la identificación y detención de los infractores.
En suma, aunque se están adoptando medidas tecnológicas y legales más sofisticadas para combatir la venta de productos falsificados en plataformas como HACOO, las falsificaciones continúan siendo un enemigo para la propiedad intelectual e industrial difícil de vencer.
Con su destreza para evitar la detección, ocultando sutilmente los logotipos de las marcas y aplicando tácticas de marketing meticulosamente elaboradas, plataformas como HACOO ponen de manifiesto las fallas del sistema legal y tecnológico actual en la detección de falsificaciones a gran escala.
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