JUSTICIA

Diez consejos para interrogatorio de partes y testigos

Tribuna

Si hay un aspecto complicado al que nos vamos a tener que enfrentar en una vista, ese es sin duda el interrogatorio de partes y testigos. Cuándo y qué preguntar, en qué momento conviene cesar el interrogatorio o cómo formular las preguntas son dudas que nos asaltan en nuestro día a día en los Tribunales. El objeto de estas líneas es dar algunas respuestas prácticas a esas cuestiones.

1. Uso de un lenguaje claro y sencillo, sin valoraciones. En el procedimiento civil, las preguntas han de realizarse en sentido afirmativo. No soy partidaria de la fórmula “no es más cierto que”, utilizada por algunos compañeros civilistas con reminiscencias del procedimiento civil escrito.

2. No realicemos preguntas capciosas, impertinentes o sugestivas: teniendo en cuenta que ya hemos preparado el interrogatorio con el testigo, no tiene sentido realizar preguntas sugerentes que lo único que hacen es restarle credibilidad ante el tribunal, además de exponernos a las objeciones del abogado contrario y del juzgador, circunstancia que siempre supone romper el ritmo del interrogatorio. Una excepción a esta regla está en los interrogatorios iniciales sobre situación personal y antecedentes. En esos casos, la respuesta inducida agiliza el testimonio.

3.  Darle oportunidad al testigo de explicarse, si algún extremo de su interrogatorio ha quedado confuso o poco claro; reconduzcamos la situación a través de nuevas preguntas o volvamos a reformular la pregunta. No perdamos nunca la calma.

4. Escuchar atentamente las respuestas; realizar anotaciones: es importante que estemos muy pendientes del contenido de las respuestas, intentando incluso tomar notas para las alegaciones finales. De lo contrario genera la sensación de que no estamos interesados o de que todas las respuestas están preparadas. Por otra parte, las respuestas del testigo nos servirán para razonar las conclusiones finales.

5. Informar al testigo del contenido de las Generales de la Ley que le preguntará el juez al inicio del interrogatorio; esto se nos antoja básico, habida cuenta que el juzgador le preguntará, entre otras cuestiones, por la relación que tiene con las partes y acerca de su interés directo o indirecto en el resultado del procedimiento. Ante esa pregunta, la respuesta ha de ser siempre no, ya que si responde que o de forma ambigua, su testimonio quedará viciado y nos enfrentamos a que no sea tenido en cuenta en sentencia.

6. Preparar concienzudamente a nuestro cliente y testigos. No dejemos nada al azar, repasemos los hechos y las preguntas y repreguntas que les vamos formular, mostrémosle documentos relevantes para nuestra defensa, ilustrémosles también sobre el escenario,  cómo se va a desarrollar el juicio, comportamiento, vestimenta, etc.

7.  Desacreditar un testimonio contrario: en numerosas ocasiones nos quedamos bloqueados cuando terminamos de escuchar a un testigo que ha echado por tierra nuestra línea de defensa. ¿Qué debemos hacer? Desvirtuar en la medida de lo posible esa sensación de coherencia por medio de nuestras repreguntas y un poco de psicología.

 8. Cómo cuestionar un testimonio negativo; cada persona interpreta una misma realidad de maneras distintas porque cada uno de nosotros se fija en detalles distintos, aparte de completarlos con comentarios realizados por otros intervinientes en los hechos, por tanto, puede interesar poner de manifiesto que no estaba tan seguro como creía estar reinterrogando por medio de preguntas cerradas, tendentes a acreditar una limitación sensorial (edad, problemas de audición o visuales), dificultades ambientales para poder ver u oír lo que dijo que vio y oyó, el tiempo transcurrido desde el día de los hechos hasta el momento de la vista o incluso posibles problemas de entendimiento que pueda tener el testigo, en cuanto a idioma, control del tiempo, etc.

9. Una máxima que no debemos olvidar. Si a pesar de lo manifestado en el consejo que antecede, no vemos forma de atacar al testigo hostil, no forcemos nunca el interrogatorio, digamos aquello de “no hay preguntas Señoría”.

10. No hagamos nunca una pregunta abierta, preguntas tendentes a buscar respuestas extensas en el interrogado, a un testigo de la otra parte, esto es, a un testigo hostil.

En nuestros Talleres de Simulación de Juicios, trabajamos concienzudamente el desarrollo de los interrogatorios, para que el profesional sea consciente de su importancia y repercusión.


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