Se celebra en honor al intelectual argentino, Juan Bautista Alberdi, quien comenzó la redacción de un tratado para la Constitución Argentina el 3 de febrero de 1852.
Con motivo del Día Internacional del Abogado entrevistamos a Manuel García-Pozuelo para conocer mejor su trayectoria profesional, las principales herramientas tecnológicas que utilizan en el despacho o su opinión sobre la conciliación profesional o la salud mental.
Es Director Legal del Departamento de litigación reestructuraciones e insolvencias de Eversheds Sutherland en la oficina de Madrid. Su experiencia y actividad profesional en materia de reestructuraciones e insolvencias abarca el asesoramiento global a compañías en situaciones de estrés financiero, incluyendo, con carácter no limitativo, la asistencia a compañías en la consecución de planes de reestructuración y su ulterior homologación judicial, la solicitud de declaraciones de concurso de acreedores, la representación de terceros interesados en la adquisición de unidades productivas u otros afectados, la tramitación de incidentes concursales o de piezas de calificación.
Asimismo, en el campo de la litigación profesional tiene extensa experiencia en la defensa de una gran variedad de disputas complejas , estando especializado en disputas derivadas de operaciones de M&A, impugnaciones de acuerdos sociales, conflictos entre socios y acciones de responsabilidad societaria.
¿Cuáles son los motivos por los que decides ejercer como abogado?
En mi caso es una cuestión eminentemente vocacional. Desde la adolescencia siempre me sentí muy atraído por el sector de la justicia y desde que comencé a adentrarme en el mundo jurídico, al estudiar la carrera de Derecho, pude confirmar que la abogacía era lo mío.
Una vez terminé la licenciatura y el máster de especialización —en aquel momento voluntario—, tuve siempre muy claro que quería estar en lo que para mí es la primera línea de ejercicio de la abogacía, esto es, ejerciendo la profesión en un despacho y actuando ante los Juzgados y Tribunales de nuestro país.
¿Nos puedes describir algún momento en tu trayectoria profesional que ha sido determinante o especialmente significativo? ¿por qué razones?
Son muchos momentos importantes que me vienen a la mente porque el ejercicio de la abogacía es una carrera de fondo y creo que el buen desarrollo de una carrera profesional viene determinado por un cúmulo de momentos.
En todo caso, es verdad que, en los despachos profesionales colectivos, como lo son en los que siempre he venido desarrollando mi labor como abogado, hay determinados momentos en los que las necesidades de los clientes y las circunstancias de la firma en cuestión provocan que un abogado concreto deba asumir asuntos de especial trascendencia y se vea sometido a una presión y a una exigencia por encima de lo habitual. Estos momentos es importante identificarlos, porque suelen ser determinantes para ganar la confianza de compañeros y clientes.
A lo largo de mis más de 12 años de carrera profesional he afrontado múltiples momentos de este tipo y considero que son éstos lo que me han ayudado a mejorar como abogado y a poder desarrollarme profesionalmente.
En los primeros años como profesional ¿Cuáles fueron los mayores retos? ¿Cómo los enfrentaste?
Al principio todo es un reto y el que diga lo contrario, miente. El comienzo de una carrera profesional conlleva una nueva etapa vital y muchos cambios. Al estudiar la carrera, aunque se pueda haber adquirido cierto conocimiento técnico, no se tiene mucha capacidad para su efectiva puesta en práctica, no se conoce la técnica de redacción de los escritos procesales, tampoco el funcionamiento de un despacho o la gestión del cliente, entre muchos otros.
Para afrontar todos los retos nuevos creo que —aunque suene a tópico— la mejor fórmula es la humildad y el esfuerzo constante. Así es como siempre, desde el comienzo, he intentado e intento afrontar los retos profesionales.
¿Qué herramientas tecnológicas tienen una mayor aportación para ti? ¿nos puedes contar tu experiencia con la inteligencia artificial?
Cuando hablas con profesionales más senior que ejercían la abogacía en los años 90 y antes, te cuentan cómo era la profesión entonces y te das cuenta de que ha cambiado todo muchísimo. Actualmente la tecnología rodea prácticamente toda nuestra labor: videoconferencias, bases de datos online, email, procesadores de texto…
La inteligencia artificial ya empieza tener usos efectivos en el ejercicio de la abogacía y puedo afirmar que su campo de aplicación es global para todas las ramas del derecho. Considero que hay que tener cautela con su aplicación, pero, por ejemplo, en el Despacho la utilizamos para traducir algunos documentos sobre los que hay que reportar a clientes internacionales.
¿La formación de los abogados está alineada con las demandas y realidades de la situación actual y los avances de las nuevas tecnologías?
Tradicionalmente no ha sido así y es una de las críticas que siempre se ha realizado a las universidades. Desde luego en mi caso creo que no existía esta alineación, pero desconozco en detalle la situación actual y, en todo caso, doy por hecho que no todos los centros son iguales.
¿Crees que si tienes facilidad por gestionar la tecnología te permitirá un desarrollo profesional con más proyección?
Sí, considero que es un factor relevante para la abogacía y para la práctica totalidad del sector servicios. Como digo, la tecnología rodea la práctica totalidad de la actuación de un abogado, pues su herramienta de trabajo principal es el ordenador, por lo que una mayor facilidad para gestionar sus utilidades redundará siempre positivamente.
¿Qué aspectos te gustaría mejorar en la profesión?
Considero que la abogacía es una profesión esencial para la sociedad y creo que, con carácter general, no está suficientemente reconocida. En este sentido, se podría mejorar la concepción que se tiene sobre la misma, dignificándola y, por qué no, incrementando las exigencias para poder ejercerla.