
Con motivo del día Día Mundial Antifalsificación la Asociación para la Defensa de la Marca, ANDEMA, ha hecho una valoración precisa sobre los últimos datos publicados por la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) relacionados con la falsificación de alimentos y bebidas en la UE.
Según publica hoy la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), en la operación OPSON de Europol e Interpol de 2024, se incautaron productos alimenticios falsificados y de calidad inferior por valor de 91 millones de euros.
De acuerdo con la EUIPO y su campaña “¿Qué hay en la mesa?”, el sector de los vinos y de las bebidas espirituosas fue uno de los más afectados en el periodo 13-17. España es el país más afectado en cuanto a pérdidas económicas directas en este sector con 380 millones de euros en ventas y 1.100 puesto de trabajo destruidos al año, sólo por detrás de Francia.
ANDEMA denuncia, una vez más , que cualquier producto o artículo es susceptible de ser falsificado, desde bolígrafos hasta frenos para el coche. “Estamos acostumbrados a pensar que se falsifican las marcas de lujo de marroquinería, los perfumes o las zapatillas y las equipaciones deportivas, pero nada más lejos de la realidad”, subraya Gerard Guiu, director general de ANDEMA.
El informe de Europol de 2025, “Evaluación de la amenaza de la delincuencia grave y organizada” (SOCTA, en sus siglas en inglés), advierte sobre algo que desde ANDEMA se lleva tiempo señalando: el comercio electrónico ha abierto nuevas vías para los falsificadores y para el consumidor es más difícil distinguir los productos falsos de los auténticos. “Siempre hay que comprar en sitios oficiales o de confianza, evitar webs con poca información o en otros idiomas y, por supuesto, desconfiar de las gangas. Si algo es demasiado barato para ser auténtico, probablemente así será”, señala Guiu.
Además, el SOCTA de 2021 alerta de que han detectado productos alimenticios fraudulentos que contienen sustancias peligrosas como metanol, mercurio, fipronil y diversos insecticidas o plaguicidas.
De acuerdo con Guiu, “en el caso de productos como alimentos o bebidas, como ocurre con los medicamentos, piezas de coches, artículos para niños o incluso las gafas de sol, las falsificaciones, con su respectiva falta de calidad y de controles de todo tipo, atentan de una forma directa y terrible en la salud y la seguridad de los consumidores. “Ya no es sólo un delito contra la propiedad industrial. Se trata de un delito contra la salud pública”.
Desde ANDEMA, insisten en que el fenómeno de las falsificaciones es un problema con muchas aristas y que debe ser tratado desde muchos puntos. Para la asociación, el esfuerzo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y la colaboración público-privada con la EUIPO, la OEPM, empresas y asociaciones sectoriales, es una realidad desde hace años. “Pero tenemos que crear entre todos una opinión en la sociedad desfavorable hacia este fenómeno. Además de, por supuesto, ayudar a los consumidores a que sepan diferenciar un producto auténtico de uno falso, preocupa sobre todo aquellos que compran estos productos sabiendo que son falsos. Es imperativo hacerles ver que están jugando con su salud y la de los suyos. Si no hay demanda, no hay oferta”, señalan el director de ANDEMA.