En 2020 hemos tenido que enfrentar a una emergencia sanitaria global causada por la COVID-19 y a estados de alarma decretados, a escala mundial, para hacer frente al riesgo sanitario y procurar reducir la pérdida de vidas humanas. Es, por tanto, un año en que cobra más sentido que nunca sensibilizar sobre los problemas que esta pandemia ha hecho aflorar.
Esta crisis sanitaria mundial ha dado lugar a la necesidad de adopción de medidas extraordinarias por parte de los gobiernos que no solo han implicado la limitación de la libertad ambulatoria de las personas y la consiguiente paralización de las actividades, sino también la adopción de diversas medidas relativas a todos los ámbitos de actuación de las Administraciones públicas y del sector privado.
Dicha necesidad ha generado un escenario propicio para la corrupción y malas prácticas en el marco de la contratación de material sanitario, de la distribución y fijación de precios de dicho material de primera necesidad. Ya alertamos desde el inicio de estos riesgos elaborando unas especiales Recomendaciones para la transparencia y prevención de la corrupción en los sectores público y privado , dirigidas al gobierno de España, a las instituciones, empresas, organizaciones de la sociedad civil y al periodismo de investigación, con el fin de exigir transparencia y generar confianza en una información pública y veraz.
En esta misma línea, es preciso insistir en la importancia de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente el del Objetivo 16-Paz, justicia e instituciones sólidas. Lograr una sociedad transparente y gobiernos e instituciones públicas que pongan especial valor en la rendición de cuentas no será posible si no logramos avanzar en la erradicación de la corrupción, que socava el pleno desarrollo de los demás objetivos y sus respectivas metas. Por ello es prioritario exigir una rendición de cuentas adecuada y transparente que imposibilite o reduzca muy sensiblemente el grado de corrupción existente a nivel mundial.
Los avances en inteligencia artificial, big data, criptomonedas y redes sociales están destinados a cambiar aún más el panorama de la influencia política y corporativa, ofreciendo no solo nuevas herramientas para la transparencia y la rendición de cuentas, sino nuevas formas, vehículos y oportunidades para la corrupción.
Las formas tradicionales de corrupción están siendo superadas y evolucionan en un nuevo escenario. Es imprescindible hacer un diagnóstico adecuado de esta realidad y elaborar nuevas medidas para prevenir y combatir las nuevas formas de comisión. Ello sólo será posible desde un enfoque holístico que abarque los roles y las relaciones entre gobierno, empresas y sociedad civil y tenga en cuenta los desafíos que ofrecen los avances tecnológicos y las nuevas formas de corrupción.
Nuestra Estrategia Global contra la Corrupción 2021-2030 precisamente se centra en lograr la rendición de cuentas desde el poder para reforzar la lucha global contra la corrupción. A este respecto, Transparency International ha identificado siete objetivos esenciales para su marco de acción estratégica 2030: proteger los recursos públicos, detener los flujos de dinero ilícito, promover medidas de integridad política e instituciones sólidas, impulsar la integridad en los negocios, buscar el cumplimiento efectivo de la ley y la justicia, ampliar el espacio cívico para la responsabilidad y construir una comunidad internacional de liderazgo contra la corrupción.
Hacemos en este día internacional un especial llamamiento al gobierno y nuestras instituciones, a las empresas y a la sociedad civil para adoptar y compartir el compromiso con nuestro objetivo estratégico: es el momento de promover y exigir una rendición de cuentas desde todos los niveles.