Entrevistamos a Jesús Mercader, of Counsel de Sagardoy Abogados, sobre los cambios producidos en materia laboral con la transformación tecnológica de los últimos años, a raíz de la presentación del Curso Experto en Relaciones Laborales y Nuevas Tecnologías.
P: Dos grandes e importantes firmas de abogados, como son Sagardoy y Écija, especializadas respectivamente en Derecho del Trabajo y en Derecho TIC, presentan el Curso Experto en Relaciones Laborales y Nuevas Tecnologías. ¿Qué es lo que ha motivado lanzar este audaz programa, y por qué ahora?
R: El cambio tecnológico que estamos viviendo anuncia una transformación disruptiva en los modos y formas de entender en un futuro próximo la idea de trabajo. Estamos en una época que lleva consigo un profundo cambio tecnológico que debe ser conocido dada la entidad de los cambios que encierra. Temas como el Big data y las nuevas fronteras de la protección de datos; la videovigilancia, el control del correo electrónico, internet y del ordenador empresarial y su afectación de los derechos de los trabajadores, la prueba electrónica o, en fin, los efectos de estos cambios en la actuación de los sujetos colectivos son cuestiones que plantean numerosos problemas y que merecen, por ello, de un detenido estudio y un imprescindible conocimiento práctico.
P: El elenco de ponentes previsto para impartir las clases del curso está repleto de figuras de alto nivel como son algunos de los reputados especialistas de Sagardoy y Écija, así como el Letrado Jefe del Servicio Jurídico del INSS. ¿Podría precisarnos cuál es la propuesta de valor que este programa ofrece al alumno?
R: Se trata de un programa eminentemente práctico pero en el que se reflexiona también sobre los efectos futuros de los cambios que se avecinan. En él participan socios, tanto de Sagardoy como de Écija, que cuentan con una importante experiencia, al haber intervenido en numerosas controversias sobre las cuestiones que ahora son objeto de estudio en este curso. Se trata, por tanto, de un programa pionero en esta materia y al que, estoy seguro, sucederán futuras ediciones.
P: El uso e implantación de soluciones basadas en aplicaciones de software de Inteligencia Artificial (IA) está llamado a afectar directamente en el marco de las relaciones laborales en los próximos años y, a buen seguro, incidirá en los derechos de los trabajadores. Desde la perspectiva laboral, ¿considera o no que debería empezar a regularse este desembarco tecnológico que está ya tomando la cabeza de playa?
R: Las dudas e incertidumbres que se abren en este terreno son múltiples. Existen, con todo, materias en las que se hace urgente una intervención normativa. Tal es el caso de las Start-up digitales y el de las plataformas profesionales. El desarrollo de ambas está ligado a la existencia de un marco regulador que sopese de manera equilibrada tanto los intereses empresariales en juego como, en el caso de las plataformas on demand, la efectiva tutela de todos aquellos que prestan servicios en este ecosistema.
P: Ligado al tema de IA, está cada vez más el de la robótica y, ni qué decir tiene, que el creciente peso de los robots en el ámbito laboral es un tema que ocupa y preocupa cada vez más. ¿Tendrán los robots derechos laborales? ¿Y obligaciones?; es decir, ¿las empresas deberán de contribuir al sostenimiento de la Seguridad Social por contar con –en términos de K. Marx- “la fuerza de trabajo” robotizada?
R: El creciente protagonismo de la robótica es un hecho que abre un sinfín de dudas e interrogantes que afectan a múltiples aspectos jurídicos, algunos de los cuales poseen una indudable proyección en el campo laboral. Su desarrollo está poniendo sobre la mesa cuestiones tales como las obligaciones de los trabajadores respecto de los robots humanoides y las posibles sanciones en caso de agresión o destrucción, la posibilidad de atribuir derechos o incluso personalidad a entidades que no son humanas en ciertos casos, lo que nos llevaría a una reformulación y adaptación de ideas como la de la personalidad jurídica y la propia idea de autonomía.
Incluso existe una propuesta de resolución de la comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo con recomendaciones para que la Comisión Europea establezca una normativa sobre responsabilidad civil por los actos de los robots. Otra cuestión es cómo deban repartirse socialmente los beneficios resultantes de la mayor productividad que puede resultar de esta nueva fuerza de trabajo. En este punto, las soluciones pueden ser múltiples: el establecimiento de una renta básica, “subsidio universal” o incluso “ingreso de ciudadanía”, establecer un “dividendo robot” o, entre otras muchas, buscar fórmulas de contribución indirecta a la Seguridad Social.
P: Los datos masivos o Big Data suponen un nuevo oro que cotiza en alza para el mundo de la empresa. Ello implica que cuántos más datos se dispongan mejor que mejor. A este apetito voraz de información no escapa el marco de las relaciones laborales, de tal forma que el comportamiento, rendimiento y toda la actividad del trabajador -por nimia o irrelevante que sea- será objeto de escrutinio, análisis y valoración por parte del empresario. ¿Cree que se necesita un código ético para evitar abusos en la aplicación de tecnologías basadas en la Big Data en el marco de control de las Relaciones Laborales?
R: En la actual economía de los datos personales nuestra información, fotos, contenidos y comentarios se han convertido en la pieza clave sobre la que pivotan las empresas de Internet, y en especial las redes sociales. Las tecnologías Big Data han conducido a la consideración del dato como materia prima capital de la sociedad de la información y del conocimiento en general y, particularmente, en materia laboral. Por eso, el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos y por el que se deroga la Directiva 95/46/CE, y que entrará en vigor en 2018, pretende introducir limitaciones importantes en esta materia.
¿Serán suficientes?, sinceramente, creo que no. El océano de los datos es difícilmente abarcable, por lo que cuantas medidas puedan ayudar a contener sus embates (códigos de conducta incluidos) deben ser explorados como instrumento de contención de su poderosa vis expansiva.
P: En este sentido ¿cuáles son, a su juicio, los principales retos que en el área de privacidad dentro del ámbito laboral deparan el uso de las nuevas tecnologías?
R: Creo que debemos partir de la idea del fin de la privacidad. El conjunto de sistemas y medios de control hacen al trabajador cada vez más transparente. El papel de los tribunales ordinarios y, especialmente, del Tribunal Constitucional está siendo muy importante en la definición de las fronteras infranqueables de la intimidad. Pero lo cierto es que, como he explicado en alguno de mis trabajos, son los propios trabajadores los que, en ocasiones, se hacen autotransparentes al hacer visibles sus opiniones y críticas a través de las redes sociales. La privacidad acaba cuando se entra en una red social, máxime cuando ello se une a otros sistemas como whatsapp, cuyo potencial de expansión de la información está fuera de toda duda.
P: Acabamos de saber los datos del paro del mes de febrero y es por ello que no queremos dejar pasar la ocasión de preguntarle, como uno de los mayores expertos en la materia, al respecto. Así, en su obra “Se busca… el mercado de trabajo en España” (Editorial Debate) publicada en el 2014, usted ahondaba en el análisis de la situación actual del mercado de trabajo. A su juicio y brevemente ¿ha habido cambios significativos de entonces a ahora en este aspecto? Y de haberlos ¿cuáles son?
R: En primer lugar, muchas gracias por la consideración sobre mi trabajo. Sigo pensando, como decía en ese libro, que la dualidad es una característica genética de nuestro mercado de trabajo. Los factores que dan lugar a ese resultado son muchos pero la temporalidad es la seña de identidad más acusada. Poco o nada hemos avanzado en este terreno.
Pero también se insertan dentro de esta lógica realidades como la del paro de larga duración que traza fuertes nexos de unión con los cambios tecnológicos. El riesgo de que creemos “permanentes inempleables”, es un peligro cierto y la sociedad debe prepararse para afrontar ese reto. Hemos avanzado en la flexibilidad de nuestro mercado de trabajo pero es momento de pensar en sus consecuencias y, sobre todo, de reflexionar una vez más en la importancia de unos sistemas formativos adaptados al viento de cambio técnico en el que estamos inmersos.
P: Para terminar, y en resumen, en su opinión ¿por qué, además de los alumnos universitarios interesados, un abogado laboralista, graduado social o cualquier otro profesional o especialista en Derecho Laboral debería realizar este curso?
R: El Centro de Estudios Sagardoy se encuentra especializado en el desarrollo de programas de formación impartidos por profesionales de la más alta cualificación (socios de despachos profesionales, Catedráticos de Universidad, altos funcionarios de la Administración,...) y dirigidos también a profesionales con una importante experiencia en el campo de las relaciones laborales. Los mismos, más que cursos en el sentido tradicional del término, son foros de reflexión y análisis en los que la base de la formación se encuentra, precisamente, en el fructífero intercambio de ideas y opiniones entre los participantes. Este es el valor principal de nuestro Curso Experto en Relaciones Laborales y Nuevas Tecnologías y, en general, de todos los que se realizan en nuestro Centro de Estudios.