En el momento de la sustracción de la hija de María Bueno, esta fue declarada como “muerta al nacer”. En esa época el Código Civil consideraba a estos bebés como "criaturas abortivas", negándoles la posibilidad de ser registrados como personas con identidad propia. No se les otorgaba nombre ni derechos civiles, quedando completamente fuera del sistema legal.
Sin embargo, y gracias al esfuerzo incansable de su madre que durante décadas ha denunciado la desaparición de su hija sin rastro físico, sin estar enterrada en ningún cementerio, ni documentación hospitalaria, el Estado reconoce ahora su derecho a existir legalmente.
“Mi hija ya no es un despojo humano sin nombre. Tiene identidad. Aunque no sé dónde está, sé que hoy el mundo la reconoce como lo que siempre fue: una persona”, declara María Bueno.
Este hecho no solo representa un acto de justicia personal, sino también una reivindicación colectiva para todas las madres que aún buscan reconocimiento para sus hijos desaparecidos al nacer.
“Te quiero viva o muerta, pero no desaparecida”, concluye la afectada.
