MARCAS

El significado o la pronunciación de una marca comunitaria en una lengua no oficial de la UE también puede tenerse en cuenta

Tribuna
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1. Hechos.

Normalmente tenemos claros cuáles son los factores que debemos tener en cuenta a la hora de efectuar un examen del riesgo de confusión entre dos marcas, como, por ejemplo, el grado de similitud entre los signos distintivos o entre los productos o servicios designados. También sabemos que para valorar la similitud entre los signos, la valoración se debe hacer desde una triple perspectiva: la fonética, la visual y la conceptual.

Estos son, en definitiva, factores que todo profesional en la materia conoce y aplica a la hora de examinar el riesgo de confusión. Pero, ¿qué sucede cuando estamos ante dos marcas escritas en una lengua no oficial de la Unión Europea? ¿Se debe tener en cuenta también el significado de sus palabras en la lengua de origen o incluso su modo de pronunciación? ¿Cómo debe interpretarse el artículo 9.1 (b) del Reglamento de Marca Comunitaria relativo al derecho del titular de una marca comunitaria a prohibir el uso de cualquier signo que implique un riesgo de confusión por parte del público?

En este caso concreto, las marcas comunitarias examinadas contenían palabras árabes escritas tanto en caracteres latinos como también árabes y presentaban un elevado grado de similitud desde el punto de vista visual. Sin embargo, si se comparaban desde el punto de vista de la lengua árabe, las marcas presentaban grandes diferencias fonéticas y visuales al tener significados y pronunciaciones sustancialmente diferentes.

 

Por otra parte, los productos protegidos por las marcas comunitarias eran productos alimenticios de origen eminentemente árabe, lo cual llevaba a la conclusión de que el público pertinente estaría integrado principalmente por consumidores musulmanes con conocimientos básicos en la lengua árabe escrita.

El resultado del examen de riesgo de confusión podría variar sustancialmente según se tuviera o no en cuenta el conocimiento en la lengua extranjera, de modo que el Tribunal Mercantil de Bruselas decide suspender el proceso y plantear una cuestión prejudicial al TJ en relación a si debe interpretarse el artículo 9.1 (b) del Reglamento en el sentido de que, para apreciar riesgo de confusión entre una marca comunitaria y un signo, deben tenerse en cuenta elementos tales como el significado y pronunciación de las palabras en una lengua no oficial de la UE en aquellos casos en los que se pudiera deducir que el público pertinente tiene conocimientos básicos sobre dicha lengua.

2. Pronunciamientos.

A la vista de estas circunstancias, el TJ llega a la conclusión de que “el artículo 9, apartado 1, letra b), del Reglamento nº207/2009 debe interpretarse en el sentido de que, para apreciar el riesgo de confusión que pudiera existir entre una marca comunitaria y un signo que abarquen productos idénticos o similares, y que contengan sendos términos árabes dominantes y similares desde el punto de vista gráfico, escritos con caracteres latinos y con caracteres árabes, debe tenerse en cuenta el significado y la pronunciación de esos términos, en un contexto en el que el público pertinente de la marca comunitaria y del signo en cuestión tenga conocimientos básicos de la lengua árabe escrita”.

Entiende, además, que de no contar con estos elementos, “la apreciación del riesgo de confusión sería únicamente parcial y, en consecuencia, no tendría en cuenta la impresión global que producen en el público pertinente de las marcas y el signo considerado”.

3. Comentario.

El Reglamento de Marca Comunitaria no establece ningún concepto legal de público. Lo más cercano a una definición que se encuentra sobre esta figura está en la jurisprudencia del TJ, según la cual, el público pertinente está conformado por aquellos consumidores destinatarios de los productos o servicios protegidos por la marca comunitaria, normalmente informados y razonablemente atentos y perspicaces. Asimismo, en casos anteriores, el Tribunal ha distinguido entre consumidores relativos a una lengua u otra, considerándose en muchos casos como un componente importante en la apreciación de riesgo de confusión.

De lo anterior, por tanto, no cabe interpretar límite o restricción alguna en la normativa marcaria para que en la apreciación de riesgo de confusión se puedan tener en cuenta elementos tales como el significado o pronunciación de una marca en una lengua no oficial de la UE, si, como ocurre en el presente caso, cabe deducir que en circunstancias normales el público pertinente tendría conocimientos sobre dicha lengua.

A mi juicio, la decisión del TJ se ajusta a la realidad económica y social de la Unión Europea, un mercado en el que concurren consumidores de todas las nacionalidades y etnias. Tener en cuenta el conocimiento del público destinatario, sea o no europeo, era seguramente la decisión más acertada.

(Fuente de la información: ANUARIO ELZABURU 2015, recopilatorio de comentarios de jurisprudencia europea en materia de Derecho de Propiedad Industrial e Intelectual que realiza Elzaburu).

Documento citado:

-  REGLAMENTO (CE) No 207/2009 DEL CONSEJO de 26 de febrero de 2009 sobre la marca comunitaria.

ENGLISH VERSION 

The meaning and pronunciation of a Community trademark in a language that is not an official EU language may also count. Judgment of the Court of Justice of 25 June 2015 (C-147/14).

1. Background.

The factors to be taken into account when assessing the likelihood of confusion between two trademarks are ordinarily clear, for instance, the degree of similarity between trademarks and between the goods/services covered. It is also clear that when the similarity between trademarks is being evaluated, three factors, aural similarity, visual similarity, and conceptual similarity, are to be taken as a three-fold basis for the assessment.

These, in short, make up the factors with which all IP professionals are familiar and which are applied when examining the likelihood of confusion. But what about trademarks written in a language that is not an official language of the European Union? Should the assessment also take into account the meanings of the words and even how they are pronounced in their language? What interpretation should be given to Art. 9.1 (b) of the Community Trademark Regulation concerning the right of the holder of a Community trademark to prevent use of any sign that gives rise to a likelihood of confusion on the part of the public?

In this specific case, the Community trademarks concerned contained Arabic words written in both the Latin and Arabic scripts and were visually very similar. By contrast, if compared in Arabic, the trademarks displayed major phonetic and visual differences, in that they were substantially unalike in terms of meaning and pronunciation.

 

 

At the same time, the goods sold under these Community trademarks were food products that were essentially Arabic in origin, and so the relevant public necessarily consisted of Muslim consumers with a basic knowledge of written Arabic.

The assessment of the likelihood of confusion can vary substantially according to whether or not account is taken of knowledge of the foreign language, and so the Commercial Court of Brussels decided to stay the proceedings and make a reference for a preliminary ruling to the CJ regarding whether Art. 9.1 (b) of the Regulation should be interpreted as meaning that, in the assessment of the likelihood of confusion between a Community trademark and a sign, factors such as the meaning and pronunciation of the words in a language that is not an official EU language should be taken into account in cases where the relevant public is deemed to have a basic knowledge of that language.

2. Findings.

In view of those circumstances, the CJ came to the conclusion that “Article 9(1)(b) of Council Regulation (EC) 207/2009 of 26 February 2009 on the Community trade mark must be interpreted as meaning that, in order to assess the likelihood of confusion that may exist between a Community trade mark and a sign which cover identical or similar goods and which both contain a dominant Arabic word in Latin and Arabic script, those words being visually similar, in circumstances where the relevant public for the Community trade mark and for the sign at issue has a basic knowledge of written Arabic, the meaning and pronunciation of those words must be taken into account”.

It also considered that if those factors were not taken into account, “the assessment of the likelihood of confusion could be made only partially and, as a result, without taking into account the overall impression made by the Community trade marks and the sign considered on the relevant public”.

3. Remarks.

The Community Trademark Regulation does not establish any legal concept of public. The closest thing to a definition of that concept can be found in CJ case-law, according to which the relevant public is comprised of consumers of the goods or services protected by the Community trade mark who are reasonably well informed and reasonably observant and circumspect. Also, in previous cases the Court has drawn a language-based distinction between consumers, which in many cases is considered to be an important factor in the assessment of the likelihood of confusion.

It therefore follows from the above that trademark legislation cannot be interpreted as imposing any limitations or restrictions whatsoever on taking account of factors such as the meaning or pronunciation of a trademark in a language that is not an official EU language when assessing the likelihood of confusion if, as is the case here, the relevant public, under normal circumstances, can be deemed to have a knowledge of that language.

This judgment is closely in keeping with the social and economic situation in the European Union, a market that encompasses consumers of all nationalities and ethnic groups. Taking account of the knowledge of relevant consumers, whether European or otherwise, is certainly the decision that makes the most sense.


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