#DÍADEINTERNET

Expertos en el ámbito tecnológico legal nos ofrecen su visión sobre la evolución de Internet

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¿Cuál ha sido la evolución de Internet? ¿Cómo han influido Internet y las Nuevas Tecnologías en la prestación de servicios jurídicos?

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Lefebvre – El Derecho, en el día en el que se celebra el Día de Internet, analiza la evolución de las Nuevas Tecnologías a través de la experiencia de expertos en la materia como CGAE, Enatic, CEAJ, ICAM, APEP, DENAE, AENTA y CPITIA. Impulsado por la Asociación de Usuarios de Internet, en España se celebró por primera vez en octubre de 2005 y fue un mes más tarde cuando se proclamó como fecha oficial el 17 de mayo Día de Internet. Los organismos invitados han respondido a las siguientes cuestiones: 1.- ¿Se debe regular Internet? 2.- ¿Cuáles cree que serán los retos jurídicos más inminentes que nos planteará Internet? 3.- ¿Cómo ha repercutido Internet en la prestación de servicios jurídicos y en la relación del despacho con sus integrantes, así como con respecto a sus clientes, colaboradores, otros despachos y resto de operadores jurídicos? Consejo General de la Abogacía Española (CGAE)[1] Asociación de Expertos Nacionales de la Abogacía TIC (ENATIC)[2] Confederación Española de Abogados Jóvenes (CEAJ) [3] Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM)[4] Consejo General del Notariado [5] Asociación Profesional Española de Privacidad (APEP) [6] Asociación Española de Derecho de Entretenimiento (DENAE) [7] Asociación de Abogados Especialistas en Nuevas Tecnologías de Andalucía (AENTA) [8] Colegio Profesional de Ingenieros Técnicos en Informática de Andalucía (CPITIA) [9]   Consejo General de la Abogacía Española. www.abogacia.es 1- Internet no es ni puede ser un espacio ajeno al Derecho, tal y como algunos llegaron a plantear a principios de los noventa. A efectos legales, Internet es un medio más a través del cual se realizan actividades que ya venían siendo reguladas en el mundo offline de uno u otro modo. En aquellos casos en los que la normativa aplicable no contemplaba la prestación a distancia de esa actividad, o bien se ha ampliado la norma para incluir este nuevo escenario, o bien se ha complementado a través de códigos de conducta, que son herramientas que permiten una adaptación rápida a las nuevas realidades que van surgiendo y afectando a sectores y actividades concretas. 2.- Internet ha hecho desaparecer los conceptos de espacio y tiempo en gran medida. Ello ha quebrado de manera radical elementos clásicos como los de poder, territorio y población que eran los que servían de marco a un instrumento como el Derecho.  Llevamos veinte años haciendo frente a retos en el plano jurídico, a nuevos derechos como la protección de datos, los mecanismos para salvaguardar la propiedad intelectual, el comercio electrónico… Han sido y siguen siendo retos para la sociedad y para los operadores jurídicos. El cloud computing, la Economía Colaborativa, el Big Data, la Internet de las cosas, la Ciberseguridad o la Robótica están ya aquí y su proyección e impacto jurídicos plantean debates en algunos de los conceptos clásicos del Derecho. Desde el punto de vista formal, es recomendable la progresiva homogeneización en el entorno de la Unión Europea y, donde no sea posible, es necesaria la cooperación internacional. A ello hay que sumar los mecanismos de autorregulación y los medios alternativos de solución de conflictos que favorezcan la seguridad jurídica y la agilidad en la resolución de controversias allí donde la velocidad de los cambios tecnológicos impiden o dificultan una elaboración normativa clásica. Otros retos, ya existentes pero que han crecido exponencialmente, vienen dados por los conflictos de legislación y jurisdicción que exigen una mayor visión global y un adecuado conocimiento del Derecho comparado. También lo es la Ciberseguridad, entendida como una necesidad imperiosa de regular las obligaciones de diligencia y responsabilidad que deben respetar las empresas, administraciones y ciudadanos. En eso se engloban aspectos tales como el incremento de la ciberdelincuencia y otros relacionados con la firma digital y otras vías de identificación. Relacionado con este último aspecto, la robótica basada en inteligencia artificial y la biotecnología van a plantear nuevas cuestiones que cuestionaran algunos de los principios inamovibles desde el derecho romano, como aspectos relacionados con la propia personalidad jurídica de las personas. 3.- Los operadores jurídicos en general y los abogados en particular han sabido dar la respuesta que la sociedad ha venido demandando por la irrupción y posterior consolidación de Internet en la vida jurídica. Por un lado existe una creciente y progresiva especialización en las TIC por parte de un amplio sector de profesionales. Por otro, en el plano institucional, los Colegios de Abogados han sabido dar una respuesta a través de la formación continua, sin perjuicio de que haya que seguir profundizando. Desde el punto de vista organizativo y estructural, Internet ofrece a la Abogacia nuevas herramientas que son una oportunidad para mejorar la productividad, pero que también afectan a la comunicación externa y a la relación con clientes actuales y potenciales. Ese incremento de nuevas formas de comunicación también plantea riesgos, en tanto la información, propia y ajena, es uno de los principales activos que debe protegerse, tanto por mandato legal como deontológico. De este modo, la Ciberseguridad cobra una importancia capital, que hay que incluir en todas las iniciativas facilitadas por el uso de las nuevas tecnologías que puedan afectar a la profesión. A ello se añaden otros elementos como el potencial uso de los datos en la prestación del servicio jurídico, la publicidad on line o el incremento de la competitividad y de la competencia profesional.   Susana González, abogado digital, directora de Hiberus LegalTech Consultora legal tecnológica de Hiberus Tecnologías de la Información, SL y vicepresidente de ENATIC. Leandro Núñez, abogado – socio de Audens, especialista en  protección de datos, propiedad intelectual y derecho de publicidad; y secretario de ENATIC. Ruth Sala, abogada penalista - especialidad Delincuencia Informática en Legalconsultors y coordinadora de la Comisión de I+D+I de ENATIC. http://www.enatic.org/ 1.- SG: Internet es descentralización de redes interconectadas de alcance mundial. Lo que nació como una inmensa red de comunicaciones para uso gubernamental se ha transformado en una red de redes interconectadas que ha dado lugar al surgimiento de nuevas tecnologías, modelos de negocio y mercados que tiene sus normas de alcance territorial que tocan prácticamente todos los aspectos. Y las que vendrán!. Sin embargo, creo que alcance exponencial de toda la innovación tecnológica que se soporta a través de Internet resulta tan incalculable, como no regulable. Se me antoja una osadía “regular Internet”, un entorno abierto y muy colaborativo en el que el crecimiento exponencial realmente se produce porque no tiene los límites que puede albergar una regulación. Pero podemos ponerle un marco al cuadro. Es un entorno en el que los humanos nos desempeñamos y, por ello, sí creo que a nivel internacional debería alcanzarse un consenso de mínimos en cuanto a las garantías de los derechos humanos en Internet, un trabajo fundamental que lleva años trabajándose desde la Coalición por los Derechos y Principios de Internet (Coalición IRP) buscando adaptar los Derechos Humanos existentes al entorno de Internet para crear conciencia, comprensión y una plataforma de desarrollo internacional común. Es importante partir del reconocimiento de derechos fundamentales sobre los que girar el resto de cuestiones jurídicas. También en Internet.. LN: Por supuesto que sí. Los cimientos de toda sociedad democrática se asientan en el imperio de la Ley, que garantiza el respeto a los derechos de los ciudadanos y la convivencia pacífica. Y precisamente por eso, Internet está ya regulado, desde todos los ámbitos: se han aprobado normas de comercio electŕonico, de protección de la privacidad, de salvaguarda de la propiedad intelectual, de fiscalidad para los servicios electrónicos... y allí donde no se han creado normas específicas, se aplica la legislación general, con más o menos éxito o fortuna. Lo que deberíamos preguntarnos es: ¿es adecuada la regulación actual? Y ahí, seguramente, tendríamos campo para interesantísimos debates. RS: Los orígenes de Internet se sitúan en la creación de ARPANET, que un proyecto de la Agencia Avanzada de Investigación y Proyectos (Advanced Research Projects Agency, una rama del conocimiento militar) sin intermediación comercial ni aplicaciones militares. Pasó de empezar a enviar pequeños paquetes de datos entre los centros de investigación y la Universidad de Utah, a desarrollarse el protocolo TCP/IP, que facilitó la creación de múltiples puntos de envío y recepción de datos. El resultado es una expansión masiva mundial de la Red y muchos países y legislaciones distintas que valoran de forma distinta los comportamientos, ilícitos o no, que se producen en ella. Bajo un modesto criterio, más que "regular", procedería la creación de criterios comunes que pudieran ser enjuiciados por igual en cualquier lugar del planeta. 2.- SG: Internet ha abierto las puertas a la innovación tecnológica, y esto sólo acaba de empezar. Es el soporte de interacción que permite las redes conectadas a un mundo digital, el cibermundo. Un entorno de servicios ubicuos (globales, sin barreras espaciales donde los servicios se prestan online), extraterritoriales (que escapa al control de los territorios), personalizados (entregamos información a cambio), experienciales (cómo el usuario percibe los servicios) y transversales (que afectan a toda nuestra vida). Un mundo de escasos activos o mínima infraestructura (¿Cuántas camas  propias tiene Airbnb? ¿Cuántas sucursales bancarias tiene Google Wallet? ¿Cuántos vídeo clubs tiene Nelflix?). ¿He dicho vídeo club? Dónde queda eso… Un  mundo que nos ha empoderado como usuarios, aportándonos el gran poder de la prescripción o recomendación. Puede estar  permitido por una norma que si al usuario no le encaja no funcionará. Y a la inversa, podrá prohibirse algo que si el usuario lo demanda en las cantidades exponenciales y globales que nos movemos en Internet, lo que se demanda finalmente existe y alcanza el éxito. En este escenario surgen nuevos modelos de negocio y servicio que precisan de nuestros servicios especializados, lo que también nos requiere nuevas competencias y habilidades. Nos requiere transversalidad y adaptabilidad a entornos creativos y no estructurados en equipos multidisciplinares en el mercado laboral, trabajo en remoto, descentralizado y en red y formación constante. Ya estamos siendo capaces de asesorar en proyectos de mejora social a través de la explotación cruzada de millones de datos con técnicas de Big Data y Deep Learning; de robótica financiera, industrial, militar y de servicios; de vehículos autónomos, drones, impresoras 3D; de Smart Cities, ciudades inteligentes integradas y equipadas de manera segura y eficiente para poder explotar todos su activos (escuelas, bibliotecas, sistemas de transporte, plantas eléctricas, hospitales, medio ambiente); de IoT (Internet of Things) o red de objetos físicos que recopilan e intercambian datos entre sí, generando información no humana (máquinas, dispositivos o productos, fábricas, vehículos, edificios, electrodomésticos, etc.); de IA -Inteligencia Artificial- constituida por sistemas informáticos que puedan simular la inteligencia humana (reconocimiento visual y de voz, comprensión del lenguaje, toma de decisiones…); de realidad aumentada y virtual (videojuegos), redes 5G, etc. No son pocos los retos y oportunidades que nos plantea. LN: Hacernos esa pregunta equivale a plantearnos los retos más inminentes que plantearán la economía, la educación, la sanidad, el transporte... Internet es un elemento esencial más de nuestra sociedad, por lo que analizarlo de forma aislada es imposible. Los retos, como en los demás ámbitos, dependerán de la creatividad humana, sea para bien o para mal. Y el ordenamiento jurídico, y quienes lo aplicamos en nuestro día a día, tendremos que darles respuesta. Afortunadamente, cada vez somos más los profesionales capacitados para hacerlo, ¡pero queda mucho trabajo por delante! RS: Internet ya nos está planteando esos retos pero no estamos preparados para dar respuesta a esa avalancha de circunstancias técnicas y jurídicas que envuelven la actividad en la red. Ya se plantea a nivel internacional cuáles son las intervenciones que se encuentran justificadas para la obtención de información privada de empresas o de personas físicas. Cuál es el grado de perseguibilidad de los delitos. Cuáles son las normas de conducta admisibles para considerar dentro de la normalidad las actuaciones en la red. Cuál es la jurisdicción aplicable. Cuál es la normativa aplicable. No son pocos los retos y oportunidades que nos plantea. 3.- SG: La transformación digital ha tocado a todos los sectores. Una revolución que afecta a todos y cada uno de los usuarios a nivel mundial no puede sino llegar también a sus hogares, a sus empresas, a sus desempeños, a sus gobiernos y administraciones ¿O acaso el orden debía ser inverso?. Es lo que tiene Internet y las TIC, que la revolución digital ha invertido incluso la pirámide. La cuestión es que la transformación digital parece haber llegado a la administración de justicia española perdiendo fuelle o se ha encontrado con un muro de contención reacio al cambio. Se filtrará, pero lentamente y quizás mientras tanto erosionando el terreno por donde se abra paso. Desde mi punto de vista, tenemos tanta  información valiosísima de cómo podemos mejorar, que digitalizar la administración con medias tintas, utilizando navegadores que no se actualizan, repletos de vulnerabilidades, sin aportar multi-soportes, etc, me resulta un querer y no poder. Seguro que algo se habrá hecho bien en este tema, pero vaya… se hacen mejores hospitales que lo que se está haciendo por digitalizar la justicia. Nuestro sector es muy tradicional. Hace falta un cambio radical para que reaccionemos. Política de mesas limpias y seguridad de la información en todos los puestos de la administración de justicia. Veríamos cómo funciona sí o sí, no quedaría otra. Las transiciones dan demasiadas treguas, pero no me hagáis mucho caso, soy bastante inflexible ante las adaptaciones a los cambios. Cuando algo ha cambiado ya ha cambiado, ya vamos tarde. LN: Simplemente, ha supuesto un cambio de paradigma, ¡una revolución, incluso! No se me ocurre ningún otro avance tecnológico que genere tantos y tan grandes beneficios potenciales para nuestra profesión: mejora y simplifica el acceso a información, la comunicación con nuestros clientes, la realización de trámites, la promoción de nuestros servicios... y, en definitiva, nos hace más eficientes y competitivos. El reto es que todos los profesionales, y no sólo los más avezados, seamos capaces de subirnos al carro. Quien no lo logre, desgraciadamente, está condenado a desaparecer del mercado. RS: Internet ha "impactado" en la Administración de Justicia. Se ha producido un tsunami sobre la estructura tradicional, existente durante décadas. Ha evidenciado la falta de adaptabilidad de los procesos judiciales frente a una realidad diariamente cambiante. Ha evidenciado la falta de formación de abogados, jueces y demás operadores jurídicos. Ha puesto de relieve la falta de recursos de la Policía, debiéndose invertir en formación especializada. Se carecen de recursos humanos de investigación y lo más grave, siendo delitos con efectos a nivel internacional, o de orígenes internacionales, se ha topado con las dificultades en la petición de Auxilio Judicial y Policial entre países, lo cual puede terminar en una investigación policial que no puede conseguir el enjuiciamiento de una investigación de meses de intervención.   Cristina LLop, Presidenta de CEAJ. http://ceaj.es/ 1.- Tengo sentimientos contrapuestos en esta materia. ¿Se debe? En mi opinión sí. ¿Se puede? Ahí está el problema porque las nuevas tecnologías evolucionan a tal velocidad que difícilmente podemos regular la problemática que ese desmesurado crecimiento genera. No es algo estático y por ello, en el ejercicio diario, nos encontramos con supuestos cada vez más complejos para los que no hay solución normativa y que solo pueden ser resueltos acudiendo a la jurisprudencia que al final, aunque muchas veces digamos que es lenta, es más práctica y sirve para adaptar al menos lo que tenemos, en lugar de esperar a una regulación tardía y a remolque de la realidad que casi siempre va a nacer obsoleta ya. 2.- Los retos son infinitos. Uno que creo básico, adaptar los despachos, su gestión y el modo de prestar servicio a los clientes, a las nuevas tecnologías de forma y manera que consigamos ir a la par de la evolución del resto de negocios -un despacho es un negocio aunque a veces se nos olvide- pero sin perder la humanidad que hace tan grande nuestra profesión. La automatización, el tratamiento de los procedimientos como commodities es un riesgo que deberemos afrontar sentando unos límites infranqueables que sirvan para mantener la esencia del ejercicio. Otro, la ciberseguridad. El 90% de los abogados no somos conscientes -y me incluyo- de los riesgos que una deficiente protección de nuestras comunicaciones y archivos digitales puede acarrearnos. Antes temías que el disco duro se rompiera y perder así todos los almacenados. Aun así, tardamos años en ser conscientes de la necesidad de hacer copias de seguridad en discos duros externos. Ahora, que para algunos las nuevas tecnologías les parecen salidas de Matrix, pensar en que a alguien por ej. le pueden secuestrar los datos, se nos muestra lejano, y sin embargo pasa a diario. 3.- Internet ha supuesto un cambio para nuestra profesión y para todas. Nos ha simplificado la vida, y a la vez nos la ha complicado. Partimos de que internet y las redes sociales nos facilitan un escaparate universal por el que nos podemos dar a conocer al mundo entero, y ofrecer nuestros servicios a un usuario del otro lado del planeta. Pero también nos está obligando a mostrarnos activos en todas ellas con el coste sobre todo temporal y personal (exposición) que ello implica. También hemos cambiado el modo de archivar nuestros expedientes pues muchos de nosotros gestionamos nuestro despacho en la nube lo que permite que trabajes desde cualquier lugar del mundo, pero que también conlleva que tengas que estar atento a mil frentes y que seas más vulnerable (volvemos al tema ciberseguridad). Además, tenemos un infinito acceso a jurisprudencia, doctrina… de manera libre lo que redunda en nuestro trabajo pues lo simplifica, pero en contraposición, el cliente se ha vuelto más exigente y crítico pues él también sabe buscar respuestas en las redes. El típico “mi primo me ha dicho…” se ha multiplicado por mil. Hablando de clientes, las nuevas tecnologías permiten que puedas atenderlos desde casi cualquier sitio no teniendo esa imperiosa necesidad de estar físicamente en tu despacho, si bien también tiene su contrapunto: saben que están “conectado” las 24h los 365 días del año y muchos no saben/sabemos establecer los límites del horario laboral. En cuanto a la colaboración con compañeros, es evidente que hemos roto fronteras y que internet ha permitido que formemos parte de una red global de compañeros en la que poco importa donde esté la sede de tu despacho; eso también ha hecho que se incremente la competencia.   Paloma LLaneza, Presidenta de la Sección TIC del ICAM. http://web.icam.es/ 1.- Esta es una pregunta, si me permitís, un tanto superada. Aquellos espacios en donde el ser humano convive, trabaja, se divierte, compra o hace negocios necesitan unas reglas de convivencia. La cuestión no es tanto si las sociedades humanas necesitan reglas, que sin duda las necesitan, sino si internet, por su propia naturaleza transnacional, hace que la regulación nacional sea dificultosa o deficiente y la internacional de difícil consecución. Si los contratos son ley entre las partes, creo que podemos afirmar que internet está altamente regulado. Todo el mundo acepta condiciones generales cuando navega, compra, se comunica o simplemente entra en una web. Ahora estamos en un momento de internet en donde impera la autodefensa y la contratación privada. Por tanto, sí se debe regular el espacio de internet pero de manera adecuada para que la colisión de regulaciones o la incapacidad de usarla o imponerla haga de la regulación un inútil intento. 2.- Me atrevería a decir que internet es una commodity  y que los retos ya no vienen por la conexión y la infraestructura que soporta la operación de internet sino de la panoplia de servicios que se pueden y se prestan, así como los objetos que, al conectarse, ganan una dimensión de efectos aún por descubrir. Ya he señalado que la regulación ineficiente es el principal problema y que el fraccionamiento del mercado o el sometimiento a prestadores fuera de la jurisdicción del cliente es el principal problema. A partir de ahí, hay muchos temas atractivos sobre los que perorar: inteligencias cognitivas, IoT, movilidad, desaparición de la fisicalidad en la VR o el cambio industrial, en el transporte y en economías productivas de la impresión 3D. 3.- El ahorro de costes es evidente. El acceso barato a información de calidad en tiempo real ha hecho que el factor que diferenciaba a los grandes despachos de los pequeños, su capacidad de “tiro”, de poner personas a pensar o a buscar información, ya no sea tan relevante. Ahora el abogado se diferencia por el talento y su capacidad de ser un analista de riesgos legales y no un mero gestor de problemas o, en muchos casos, de generación de los mismos. En general, nos hemos adaptado a las demandas de nuestros clientes y hemos incorporado los medios TI y de comunicación necesarios para trabajar con ellos de manera eficiente. De los operadores jurídicos, diría que somos los que estamos más pegados a la realidad. Ahora bien, la hiperconectividad hace que los clientes esperen respuesta a una velocidad que, en muchas ocasiones, impacta negativamente en el ritmo de trabajo y en la vida personal. Saber poner límites es conveniente. La prestación de los servicios on-line no tiene un gran recorrido porque le falta el factor de confianza y trato en directo que requiere la mayor parte de los asuntos. Se pueden responder a cuestiones genéricas y ya hay servicios para ello, pero los servicios jurídicos siguen siendo un sector basado en la confianza. Si se replicase un modelo como ya se ha hecho en comunidades como ebay, sería posible prestar servicios puramente on-line. Si no lo hacemos nosotros, ya vendrá una IA que lo hará. César Belda, decano de Colegio Notarial de Valencia y consejero delegado de Ancert (Agencia notarial de certificación) del Consejo General del Notariado. www.notariado.org 1.- Son muy pocos los aspectos de esta que no están regulados. Porque de casi todos pueden derivarse derechos subjetivos a las partes, y en consecuencia hay que diseñar procedimientos para protegerlos y para evitar usurpaciones ilegales. El mundo de Internet, por supuesto, no constituye una excepción. Lo que ocurre es que se dan dos circunstancias que nos obliga a replantearnos la pregunta.  Esas dos circunstancias son la novedad y la universalidad. Por un lado nos encontramos con la principal herramienta de información, de comercio y de propiedad intelectual e industrial y su antigüedad es simplemente de 20 años mal contados. Y por otro lado nos encontramos con una herramienta totalmente deslocalizada. Ya estamos hablando de nubes, de copias infinitas y localizaciones espectrales. El concepto clásico de “soberanía” con el que los juristas de mediana edad nos hemos criado tan cómodamente se ha volatilizado. Así las cosas, la pregunta hay que replantearla. La duda no es si se debe regular Internet, sino si se puede regular Internet. Y la respuesta tiene que ser necesariamente positiva. Porque de lo contrario estaríamos abocados a  un nuevo modelo social basado en la autocomposición (cada cual se arregla sus problemas por los medios que pueda) en lugar del modelo hasta la fecha mundialmente admitido de la heterocomposición (Los conflictos de intereses los dirime y resuelve el juez). Las incertidumbres que ese nuevo modelo abriría no parece que sean deseables, y por tanto esa regulación no sólo es necesaria, es también imprescindible. 2.- En un primer momento el escenario que Internet parecía que dibujaba pintaba muy bien para la nueva sociedad de  la información. Al tiempo que se globalizaba el comercio y se facilitaban los intercambios de información y de bienes crecían también las herramientas de conocimiento. Hoy en día es posible disponer de toda la información jurídica mundial, traducida por lo general, y a pocos golpes de click. La universalización trajo además una primera consecuencia: Equiparaba al pez grande con el pequeño. Esa información era universal y estaba a disposición de cualquier operador jurídico, desde la notaría más grande a la más pequeña; desde el despacho de abogados con 500 pasantes hasta el abogado del pueblo más recóndito. Pero conllevó un primer efecto no tan previsto y quizá no tan deseado: Lo importante no era tanto tener muchos conocimientos cuanto saber manejar las herramientas que podían proporcionar esos conocimientos. Pero en este momento el desarrollo técnico está a punto de entrar en una fase más avanzada: Las máquinas no sólo son capaces de aportar los elementos de conocimiento  del silogismo (leyes, sentencias, doctrinas…) sino de resolver el propio silogismo. Sustituir lo que hasta ahora era la labor jurídica por una labor telemático/jurídica. Lo que puede acabar suponiendo el debilitamiento de los elementos de juicio que constituyen la auténtica esencia de la Justicia: La equidad, la moderación de la pena, los principios generales del Derecho aplicados a un caso concreto etc….Y estoy hablando de un riesgo cierto e inminente que la sociedad civil tendrá que saber prevenir. 3.- Desde el punto de vista notarial el cambio ha sido esencial. Ha convertido a todo nuestro país, España, en una oficina única. Desde hace ya diez años las escrituras se pueden firmar en una localidad gallega y estar ratificadas en Andalucía a los 10 minutos, y esa misma escritura presentada en el Registro de la Propiedad de Valencia en los 5 minutos siguientes, el impuesto liquidado en los siguientes 5 y pagada la plus-valía municipal a continuación. Y todavía no ha terminado la evolución. Antes de que acabe el mes de junio los cambios de titularidad catastral se producirán en los 2 minutos siguientes a la firma de la escritura. Se ha trabajado mucho y bien. Pero aun quedan retos. El primero sería aprovechar la sinergia que deriva de que prácticamente en toda Europa y América el sistema de seguridad jurídica preventiva se asiente en un mismo sistema notarial. Lo que esperamos es poder extrapolar el sistema que ya tenemos en nuestro ámbito nacional al Internacional. Y en los mismos términos de seguridad técnica y jurídica que hemos conseguido aquí. Y créame que no estamos muy lejos. El segundo mira hacia el resto de los operadores jurídicos de nuestro país. No es posible que un expediente haya que introducirlo 3 ó 10 veces en un ordenador. Eso es coste y es pérdida de energía. Ya está en marcha el archivo de poderes procesales. Esta primera experiencia permite todos los juzgados de España puedan tener conocimiento al minuto de cualquier relación de apoderamiento procesal que se ha conferido en una notaría. Y también los procuradores apoderados, por supuesto. Sólo el ahorro de papel que va a suponer para los Juzgados justifica con creces el esfuerzo realizado. Ese creemos que es el camino. Hay que entender la Administración de Justicia como una única entidad en la que todos participemos. Ese es también nuestro futuro. Ricard Martínez, presidente de APEP. http://www.apep.es/ 1.-  Internet ya está regulado en gran medida y debería regularse algo más. Debemos tener en cuenta que es un espacio de relaciones humanas sometido a reglas. La red ha evolucionado mucho desde la que conocimos en las universidades en los años 90. Ya no sólo es un espacio para pioneros regido por la etiqueta. En internet se comercia, se delinque, los estados despliegan sus funciones y vigilan… Regular la red puede ser crucial incluso para salvaguardar su esencia original como espacio de libertades. 2.- En realidad cualquier respuesta que yo le facilite quedará anticuada antes de que Vd. la suba a su publicación. El primero que yo citaría es el de la coordinación de marcos globales homogéneos. En internet hoy existe el dumping jurídico en privacidad, en fiscalidad, en tutelas de los derechos. Basta con ser hábil y escoger el país adecuado. El segundo es el de definir un marco racional para el desarrollo tecnológico. Por mucho que se diga lo contrario no es posible que “si alguien puede hacer algo y da dinero lo haga”. Es sencillamente intolerable por ejemplo que hayan surgido negocios que incitan a adolescentes a cotorrear falsos rumores sobre otros menores. En este contexto, queda mucho por explorar sobre la tutela de los menores y no está todo escrito en ámbitos como la publicidad para ellos, el profiling basado en su conducta, el régimen de los smartphones, y aunque le sorprenda la responsabilidad de los padres y madres prisioneros del oversharing. Y es significativo que las suplantaciones de identidad de menores con la finalidad de engañar a otros menores no sea durísimamente castigada. Por último creo que tenemos algunos grandes retos. Aprender del derecho del consumo en los negocios de pago-por privacidad y entender que el mecanismo del consentimiento en protección de datos es sencillamente una falacia que encubre un mercado asimétrico en el que el consumidor no es libre de decidir.  Poner en valor nuestros datos como bien en el mercado, y ello incluye la explotación económica anónima de los mismos. Y entender que la garantía de nuestra privacidad no es un simple capricho de nostálgicos sino algo crucial para preservar nuestra libertad. 3.- En realidad mi experiencia deriva de la investigación y del ejercicio de un servicio público como funcionario. Como anécdota le diré que del 1999 al 2004 puede estudiar en profundidad doctrina, jurisprudencia y legislación norteamericana sin salir de mi despacho. Por otra parte, Internet ha revolucionado la Administración. La transparencia, la participación, la rendición de cuentas, la reutilización y el open data, la administración electrónica han cambiado nuestro modo de gestionar y d relacionarnos con la ciudadanía. Ibán Díez, presidente de DENAE. http://denae.es/ 1.- En primer lugar debo señalar que Internet no debe ser visto como un sector o un área, sino un medio a través del cual se desarrolla gran parte de nuestra vida. Por tanto, a excepción de la regulación sobre ordenación de las redes y servicios de telecomunicaciones, que sí es un sector estratégico, no creo que Internet necesite de una normativa sectorial específica. Sí será preciso adaptar y actualizar las normas ya existentes, como es el caso de propiedad intelectual, protección de datos o incluso las normas procesales, pero Internet como medio no creo que necesite de una regulación especial. 2.- Sin duda la seguridad. El hecho de que gran parte de nuestra vida dependa directa o indirectamente de Internet tiene una gran ventaja para nuestro desarrollo, pero pone de manifiesto nuestra gran vulnerabilidad frente a posibles ciberataques. Protegernos de esa gran debilidad a través de la ciberseguridad es el principal reto que tenemos individuos, entidades y gobiernos. Otro reto jurídico importante, casi más presente que futuro, es la implementación del nuevo Reglamento comunitario de protección de datos. 3.- Desde DENAE siempre hemos defendido la figura de un abogado que ha integrado las nuevas tecnologías en su día a día profesional. De hecho, la mayor parte de nuestros asociados están directa o indirectamente vinculados a las tecnologías de la información. Los abogados tenemos la responsabilidad de estar pegados a la realidad y eso nos exige no estar ausentes del nuevo escenario tecnológico. Debemos entender la tecnología para dar mejor resolución a nuestros asuntos y, por supuesto, tenemos que aplicar procesos técnicos en nuestros despachos que mejoren la seguridad y nos faciliten la vida. Creo que los abogados ya estamos en ello y que hemos superado la imagen del vetusto letrado al que hay que explicarle los pormenores tecnológicos como a un niño de cinco años. Pedro Rodríguez, miembro de AENTA. http://aenta.es/ 1.- Muchas de las actividades que se realizan en Internet están ya reguladas, bien por aplicación de normas generales, bien de normas especiales diseñadas con más o menos acierto. Un ejemplo de una regulación poco acertada es la relativa a las cookies, que exige informar y obtener el consentimiento antes de que se introduzca una cookie analítica en el equipo del usuario, lo que supone para el titular del sitio web no poder saber qué hacen la mayoría de visitantes en su página de entrada, o lo que es peor, que nadie cumpla con esa exigencia, por otro lado, técnicamente dificultosa, y contraproducente para el desarrollo de los negocios digitales en Europa. No obstante, ello no quiere decir que todavía falte mucho por regular, ya que las aplicaciones, utilidades, y objetos que están naciendo en estos años se encontrarán ante normativas que nunca pudieron prever su existencia, por lo que habrá importantes vacíos legales que deberán solventarse. 2. Son muchos y variados los retos actuales, la regulación de los drones, de los dispositivos wearables, del Internet de las cosas, del big data, o de los implantes tecnológicos; pero hay algo más básico y necesario, compatibilizar la privacidad e intimidad de los usuarios de Internet con las necesidades de seguridad que requieren nuestros Estados vigilantes, algo que producirá muchas fricciones hasta encontrar un justo equilibrio. Además, el carácter supranacional que tiene Internet hace muchas veces difícil que incluso las normativas existentes puedan aplicarse. Y si a ello añadimos el desarrollo de tecnologías que pueden garantizar el anonimato de las acciones en Internet, el problema está servido, ¿qué debe prevalecer la seguridad o la privacidad? No hay una respuesta jurídica cierta para esta cuestión, tendrá que ser la sociedad en su conjunto la que decida a qué ámbito de su privacidad está dispuesta a renunciar a cambio de una mayor seguridad. 3.- Desde AENTA podemos comprobar que los despachos de abogados están en un momento crucial de su existencia y supervivencia, ya que todo el sector de la abogacía se está digitalizando en su funcionamiento, en sus relaciones internas, con compañeros, clientes, ciudadanía, colegios y administración de justicia, y todo esto va a llevar una importantísima transformación del sector jurídico, que por desgracia dejará fuera del circuito a los que más tarden en adaptarse a estos cambios, y hará crecer a los que sean más capaces de adaptarse a este nuevo entorno. Esto no es algo nuevo, ha pasado ya en otros sectores profesionales a los que ha transformado radicalmente, y ahora parece que le ha tocado el turno al nuestro. Pedro de la Torre, decano de CPITIA. http://www.cpitia.org/ 1.- Absolutamente, sí. Como todo elemento tecnológico, Internet supone un arma de doble filo. Para evitar la proliferación de ciberdelincuencia y ciberterrorismo debe regularse tanto el uso de internet como la tecnología que le da sustento. Eso sí, dicha regulación no puede usarse para justificar en ningún caso un recorte de las libertades ciudadanas. Por ello, abogo porque todas las partes implicadas se sienten en la misma mesa y acuerden hasta dónde regular internet. Las leyes nacidas por decreto desde la soledad de los gabinetes ministeriales nunca han dado buenos resultados, sino todo lo contrario. 2.- A mi juicio ya se están dando dos: la definición de propiedad y la definición de autoría. Precisamente, por la falta de regulación de internet y de todo lo que rodea a las tecnologías de la información, definir la autoría de un hecho en un entorno digital es, cuando menos, complejo. A la vista están los innumerables casos de suplantación de identidad o robo de credenciales de acceso a los sistemas informáticos. Por otra parte está el asunto de la propiedad. Internet es, básicamente, información. ¿Cómo definir unívocamente la propiedad de una información? Este paradigma viene años incidiendo en el problema de la propiedad industrial e intelectual en internet y está provocando nuevos modelos de negocio que, por falta de regulación, actúan de manera incontrolada. Los intentos de regulación como la Ley Sinde/Wert han supuesto, a mi modo de ver, un fracaso precisamente porque no nacen del acuerdo de todos los agentes implicados. 3.- Más que Internet en sí, lo que repercute positivamente en la Administración de Justicia son los adelantos en ingeniería informática. La posibilidad de una Justicia sin papel es posible hace años. Sin embargo, precisamente por la falta de regulación en el ejercicio profesional los proyectos naufragan una y otra vez. El ejemplo más reciente es LexNet y la más que compleja integración con los sistemas territoriales, dado que no hay legislación que exija la adopción de estándares o ni tan siquiera la elaboración de proyectos técnicos como sí sucede en el ámbito industrial o de la obra civil. Sin lugar a dudas veremos una Justicia sin papel pero, ¿cuándo? ¿A qué precio?