El informe señala que la eliminación del dinero en efectivo ofrece beneficios sociales. Entre ellos figuran la reducción de los costes debido a la disminución de la producción y del manejo de monedas o billetes y un mejor seguimiento financiero que puede resolver las lagunas fiscales y sacar a la luz las economías sumergidas. Los flujos económicos internacionales y las remesas también podrían simplificarse, ya que las economías digitales son prometedoras para las poblaciones no bancarizadas o desatendidas. Pero no hay que olvidar las dificultades derivadas de los intereses contrapuestos de las partes interesadas y los riesgos en torno a la privacidad de los datos o a la ciberseguridad. Según el informe, que se basa en una encuesta, la tendencia hacia las transacciones sin dinero en efectivo es clara. Plataformas como Alipay y WeChat en China, por ejemplo, han permitido a las empresas y a los particulares intercambiar fondos a través de dispositivos móviles con una sencillez cada vez mayor. Empresas americanas como Apple y Google se han propuesto seguir el ejemplo. Y, según una investigación del Banco Central de Suecia, el 40% de la población del país todavía usaba dinero en efectivo para pagos en 2010. En 2018 esa cifra había bajado al 13%.
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