Valores y Principios Cooperativos: un compromiso con la comunidad.
La Alianza Cooperativa Internacional (ACI), en su Congreso Centenario en Manchester en 1995, adoptó una "Declaración sobre la Identidad Cooperativa" en la que incluía una serie de valores y de principios que deben guiar a las Cooperativas en su quehacer diario.
Entre los primeros, caben destacar los valores éticos de "la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y la vocación sociales"; estos valores han estado presentes en el pensamiento cooperativo desde sus comienzos, a mediados del siglo XIX, y emanan de la especial relación que las Cooperativas mantienen con las comunidades (pueblos, ciudades, comarcas,...) en las que están enraizadas. Precisamente de este enraizamiento en el territorio deriva "el importante grado de compromiso de las Cooperativas hacia los miembros de su comunidad, y que les lleva a esforzarse por:
- Crear sistemas honestos de gestión abierta,
- Tratar de forma honesta a socios y no socios,
- Revelar a sus miembros, al público y a los gobiernos una considerable información sobre sus operaciones, y
- Ser responsables socialmente en todos sus comportamientos y actividades" ("Informe sobre la Declaración de la ACI sobre la Identidad Cooperativa", aprobado por la Asamblea General de la ACI).
Las Cooperativas también han venido demostrando desde sus orígenes una gran vocación social, que se plasma en la aportación de recursos humanos y económicos a su comunidad más cercana, e incluso a otras comunidades más alejadas geográficamente.
En cuanto a los principios cooperativos, el enunciado como "Interés por la comunidad" establece que "las Cooperativas trabajan para conseguir el desarrollo sostenible de sus comunidades mediante políticas aprobadas por sus socios". Esto viene a suponer lo siguiente:
"Las Cooperativas son organizaciones que existen principalmente para el beneficio de sus socios. A causa de esta fuerte unión con sus socios, a menudo en un espacio geográfico específico, las Cooperativas frecuentemente también están estrechamente ligadas a sus comunidades. Tienen una responsabilidad especial para asegurar que se sostenga el desarrollo de sus comunidades, económica, social y culturalmente. (...) No es, sin embargo, un conjunto de responsabilidades que los socios puedan obviar" ("Informe sobre la Declaración de la ACI sobre la Identidad Cooperativa").
También se debe señalar el principio de "Educación, formación e información", que reconoce a las Cooperativas la responsabilidad especial de informar a los jóvenes y a los líderes de opinión sobre la naturaleza y beneficios de la cooperación. Y esta responsabilidad deriva precisamente del compromiso con el entorno.
En la actualidad, estos valores y principios se encuentran recogidos en la esencia y en las diferentes acepciones que a lo largo de la historia ha tenido el concepto de Economía Social y que incorpora distintas formas empresariales y asociativas en cada país.
Por su parte, el Parlamento Europeo ha reconocido en reiteradas ocasiones el concepto de Economía Social y ha pedido a la Comisión Europea que con sus nuevas políticas promueva la Economía Social y defienda el concepto de la Economía Social como un "enfoque diferente de la empresa", cuyo motor principal no es la rentabilidad financiera sino los beneficios para toda la sociedad, de modo que las particularidades de la Economía Social se tomen debidamente en cuenta en la elaboración de los marcos jurídicos.
A nivel nacional, la reciente Ley 5/2011, de 29 de marzo, de Economía Social, QC 2011/3811, en su artículo 2 delimita el concepto de Economía Social al definir ésta como el "conjunto de las actividades económicas y empresariales, que en el ámbito privado llevan a cabo aquellas entidades que (...) persiguen bien el interés colectivo de sus integrantes, bien el interés general económico o social, o ambos". Estas entidades se rigen por los siguientes principios orientadores: la primacía de las personas y del fin social sobre el capital; la aplicación de los resultados obtenidos de la actividad económica; la promoción de la solidaridad interna y con la sociedad que favorezca el compromiso con el desarrollo local, la igualdad de oportunidades, la cohesión social, la inserción de personas en riesgo de exclusión social, la generación de empleo estable y de calidad, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, y la sostenibilidad; y la independencia respecto a los poderes públicos". (art.4 L 5/2011)
Estas palabras se han plasmado en datos reales, que la Confederación Empresarial Española de Economía Social (CEPES) hizo públicos el pasado 7 de septiembre, al presentar los resultados del estudio denominado "El impacto socioeconómico de los principios de las empresas de Economía Social". Este estudio avala el comportamiento diferencial en el mercado de las empresas de Economía Social, cuantificando su contribución económica a la cohesión social y territorial: la Economía Social aporta al año unos 4.000 millones de euros anuales a la cohesión social y territorial española, a través de más de 45.000 empresas, 2.350.000 empleos y una facturación que ronda los 100.000 millones de euros.
Para Juan Antonio Pedreño, presidente de CEPES, las cifras extraídas de este estudio constatan la solidez del sector y la necesidad de que la empresa de Economía Social sea uno de los protagonistas del nuevo modelo productivo que se pretende construir. La apuesta del este sector empresarial por generar una economía basada principalmente en las personas, en la calidad y estabilidad en el empleo, la competitividad, el desarrollo local, el espíritu emprendedor, la solidaridad o la innovación, queda avalada por este informe pionero y revelador de la aportación de este tipo de empresas en el actual contexto socio económico.
Los Nuevos Yacimientos de Empleo (NYE) como instrumento generador de empleo
El Libro Blanco de la Comisión Europea "Crecimiento, competitividad, empleo - Retos y pistas para entrar en el siglo XXI" (Jacques Delors, 1993), en su capítulo "Ir al encuentro de nuevas necesidades", señalaba la existencia de un significativo potencial de creación de empleo mal explotado en Europa, al tiempo que insistía en la existencia de nuevas necesidades inherentes a la evolución en los estilos de vida. Hoy, casi 20 años después, este informe sigue estando vigente.
El conocido como "Informe Delors" definía los NYE como aquellos ámbitos de servicios y actividades organizados en torno a 4 grupos:
- Servicios de la vida diaria o servicios de proximidad (servicios a domicilio, el cuidado de los niños, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y la ayuda a los jóvenes en dificultad y su inserción).
- Servicios de mejora del marco de vida (mejora de la vivienda, la seguridad, los transportes colectivos locales, la revalorización de espacios públicos y el comercio de proximidad).
- Servicios culturales y de ocio (sector audiovisual, sector turístico, desarrollo de la cultura local, valorización del patrimonio cultural, y deporte).
- Servicios del medio ambiente (gestión de la energía, gestión de los residuos, gestión del agua, protección y mantenimiento de las áreas naturales, y control de la contaminación).
También se incluyen otros ámbitos ligados a la nueva economía y que son consecuencia de nuevas necesidades que es preciso cubrir, así como otras actividades con gran potencialidad de empleo emergente (servicios especializados en salud laboral o servicios deportivos, por ejemplo) o por entresacar de la economía sumergida (determinadas prácticas agrarias, actividades de mano de obra intensiva habituales en la economía informal, etc.).
Los NYE coinciden en perseguir un doble objetivo: la satisfacción de nuevas necesidades sociales, y la creación de nuevos empleos, orientándose directamente a la mejora de la calidad de vida y de la cohesión social a través de la creación y consolidación de un espacio intermedio de crecimiento que medie entre los objetivos de eficacia económica y de equidad social, profundizando en las vías hacia una economía solidaria. Además, reivindican como estrategia de actuación el desarrollo de las economías locales, esto es, la capacidad de un territorio para buscar su propias vías de desarrollo.
A pesar de que los NYE suponen un abanico ciertamente variado de sectores y actividades, existen, no obstante, tres características que dotan de homogeneidad a este conjunto: su orientación a satisfacer una serie de nuevas o emergentes necesidades; su uso intensivo, tanto de mano de obra, como de conocimientos y aptitudes específicos; y su expansión territorial en un entorno local.
En base a lo anterior, se puede señalar que el planteamiento de los NYE se basa en un doble compromiso: con una economía sostenible, y con un desarrollo centrado en el aprovechamiento de los recursos locales para el progreso de un territorio determinado, y todo ello con el origen de buscar nuevas posibilidades de empleo en las comunidades de Europa.
Pero, lo que es más importante para el tema que nos ocupa: los NYE mantienen un uso intensivo del trabajo en relación al capital, lo cual tiene una gran importancia en el objetivo de creación de nuevos empleos y una posibilidad de impacto en el mercado de trabajo nada despreciable. Es más, la realidad muestra que las organizaciones que actúan en los NYE se caracterizan por contratar un perfil de persona joven, con un nivel de cualificación formal superior y donde la presencia femenina es más elevada; en otras palabras, proporcionan un puesto de trabajo a los colectivos que, precisamente, tienen hoy día más dificultades para incorporarse al mercado laboral.
Papel de las cooperativas en los NYE
Una virtud de las Cooperativas es que pueden desarrollarse por dos diferentes vías, y en ambas con excelentes resultados: en el mundo de la competitividad propia del mercado, y en la prestación de servicios de carácter social.
En relación a ésta última, las Cooperativas han aparecido como una fórmula óptima para afrontar las distintas condiciones de fomento de aquellos NYE en los que los limitados beneficios y su visión a largo plazo alejan a la empresa capitalista tradicional. Es más, algunos ámbitos de los NYE están siendo promovidos casi en exclusiva por empresas de Economía Social, fundamentalmente Cooperativas.
Hoy por hoy, las posibilidades reales de las Cooperativas en algunas actividades, como los servicios de proximidad, de calidad de vida y de medio ambiente, están por descubrir y, sin duda, se encuentran en situación de poder alcanzar una posición de liderazgo en estos campos. De hecho, sus valores y principios han hecho que se les otorgue preferentemente (dentro del entramado empresarial y económico general) la oportunidad y la responsabilidad de investigar los NYE.
Precisamente, estos valores y principios hacen de las Cooperativas unas organizaciones con mayor facilidad de conexión con las problemáticas sociales más cercanas, y posibilita el surgimiento de modelos organizativos flexibles y adaptables a las nuevas necesidades sociales. De hecho, en los últimos años se está produciendo un acercamiento por parte de la empresa tradicional a la vertiente más humana desarrollada por las Cooperativas, dado que la Economía Social, en general, y las Cooperativas, en particular, han demostrado sobradamente su capacidad innata y progresiva de acomodación a las nuevas circunstancias y a la evolución de la sociedad.
Pero, ¿por qué las Cooperativas presentan esta especial capacidad de compromiso, de cercanía con la sociedad, de flexibilidad y de adaptación a los cambios sociales? La respuesta está en que el principal valor de las Cooperativas reside en las personas y en su compromiso individual. Se caracterizan por la participación de las personas y por el compromiso individual de éstas, que se arriesgan con sus esfuerzos y sus ahorros a la creación de empleo. Son personas que trabajan en el territorio en el que viven (o viceversa), y que están arraigadas a dicho territorio no sólo desde un punto de vista económico, sino también familiar y social.
De este compromiso individual deriva, además, que las Cooperativas presenten un menor grado de temporalidad en el empleo, puesto que, cuando una persona decide asumir las responsabilidades de ser socio (arriesgando su puesto de trabajo y el capital invertido), lo hace normalmente desde la óptica de una relación societaria definitiva.
El compromiso individual y el enraizamiento en la comunidad se traducen en compromiso con el entorno, y esto es precisamente el punto de conexión de las Cooperativas con los NYE. Por ello se ha denominado también a la Economía Social como "economía de la proximidad", por este carácter sensible al entorno, adaptándose a los cambios sociales y a las nuevas necesidades que estos cambios traen consigo.
Contribución de las Cooperativas al desarrollo sostenible de sus comunidades
A nivel europeo, la Economía Social (y, por ende, las Cooperativas) está despertando un interés creciente debido a que presenta una tasas de crecimiento económico que no se ven afectadas por las crisis cíclicas propias de las economías de mercado. Pero, además, está empezando a ser reconocida por su sostenibilidad económica.
Esta sostenibilidad es resultado de:
- La aplicación de unos valores y principios específicos,
- El enraizamiento en el territorio donde desarrollan sus actividades,
- La capacidad de respuesta para desarrollar nuevos (o mejorados) servicios que no están siendo debidamente cubiertos ni por el sector público ni por el sector privado tradicional,
- La sensibilidad y la innovación necesarias para integrar a los colectivos con mayor vulnerabilidad en el mercado laboral, y
- El potencial para interactuar con otros agentes sociales, organizaciones no lucrativas y estructuras públicas, sobre todo a nivel local.
Además, no conviene olvidar que las empresas de Economía Social son mayoritariamente pymes, y muchas de ellas se ubican en el "microemprendimiento" (empresas entre 1 y 9 trabajadores). De hecho, tal y como pone de manifiesto el Directorio Central de Empresas (DIRCE) elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a 1 de enero de 2011, desde el punto de vista del tamaño, medido en número de asalariados, las empresas españolas se siguen caracterizando por su reducida dimensión.
Casi 1,8 millones de empresas no emplea a ningún asalariado. Esta cifra supone el 55,2% del total, con un aumento de 1,3 puntos respecto al año anterior. Además, otras 847.952 empresas (el 26,1% del total) tienen entre uno y dos empleados. Si se suman estos dos grupos, resulta que más de ocho de cada 10 empresas tienen dos o menos asalariados.
Los mayores porcentajes de empresas pequeñas se encuentran en los sectores Servicios, excluido Comercio (el 84,0% tienen dos o menos asalariados) y Comercio (81,0%); sectores que, por otra parte, se incluyen en los NYE.
Sin embargo, más allá de los datos puramente cuantitativos, hay otros aspectos cualitativos, tanto o más importantes, que relacionan la creación de empleo con las Cooperativas:
- Las Cooperativas se caracterizan por su actuación en todos los sectores del mercado, por su diversidad en la producción de bienes y servicios, por centrarse en la persona, por ser intensiva en mano de obra y no en capital.
- El empleo cooperativo aporta estabilidad en el mercado de trabajo por la motivación y responsabilidad del trabajador, que se siente identificado con el proyecto empresarial y copartícipe del mismo. En este último aspecto no hay que olvidar que el cooperativista participa en el capital, en los resultados y en la gestión de su empresa.
- Las Cooperativas son fuente importante de empleo en el sector de los servicios y en sectores emergentes, detecta nuevas necesidades sociales y corrige déficits en el ámbito de los servicios sociales y del bienestar social. La mayor parte de los NYE radican en el sector de los servicios, sector que manifiesta precisamente el mayor potencial de crecimiento de empleo.
Muchos de los NYE son espacios que, en gran medida, estaban reservados a la "economía doméstica", a las mujeres, en definitiva; por lo tanto, hoy son contemplados con optimismo desde una perspectiva de género.
El Observatorio Europeo de la PYME, reconoce que la Economía Social "está desempeñando un papel creciente en la economía europea en general y de manera específica en algunos sectores económicos concretos: provisión de servicios sanitarios y sociales, educación y formación, medioambiente y servicios civiles, actividades deportivas, culturales y de ocio, ayuda humanitaria, o finalmente, cooperación al desarrollo".
Se trata de necesidades sociales que están siendo atendidas desde la iniciativa privada.
- Las Cooperativas muestran una gran capacidad para actuar en coherencia con el desarrollo endógeno del territorio en el que actúan, y en cooperación con otras organizaciones y agentes sociales privados y públicos. En este sentido, coadyuvan al desarrollo local sostenible de sus comunidades, utilizando los recursos propios del territorio para la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, por ejemplo, mediante una distribución más equilibrada de las rentas.
- Las Cooperativas suponen la inclusión laboral y social de colectivos vulnerables y/o con mayores dificultades de acceso al empleo. En este sentido, juegan un papel muy importante las empresas de inserción social.
Además, la "Agenda Social Europea", nos dice que dos de cada tres desempleados corren riesgo de caer en la exclusión; se trata de ese 5% de paro estructural, las llamadas "personas difícilmente empleables" (mujeres con cargas familiares no compartidas, parados de larga duración, minusválidos, preceptores de rentas mínimas de inserción, ex reclusos, inmigrantes, etc.).
Esta franja de vulnerabilidad se está ampliando y los procesos de degradación socioeconómica de estos colectivos se están acelerando.
Sin embargo, esta exclusión no se da únicamente desde una perspectiva de personas (o colectivos de personas) con más o menos riesgo, sino también desde un punto de vista territorial. El binomio inclusión/exclusión se define, no sólo por factores económicos, sino también sociales y culturales. De ahí la importancia de un desarrollo local sostenible que mejore la cohesión social en cada territorio.
Creando empleo en cada Cooperativa
¿Cómo se hace real y efectivo el compromiso de las Cooperativas con la comunidad y con la creación de empleo?
En primer lugar, es obligado reconocer que cada vez que un grupo de emprendedores o promotores empresariales se decanta por la fórmula cooperativa, está haciendo un ejercicio de responsabilidad social y de compromiso con su comunidad. No hay Cooperativas sin cooperativistas; no se puede hablar de una verdadera Cooperativa si los miembros que la constituyen no viven y comparten los valores y principios cooperativos.
Estos nuevos cooperativistas asumen una serie de “obligaciones sociales” que vienen ya impuestas por la propia Ley reguladora de este modelo empresarial.
Entre ellas hay que destacar la dotación al Fondo de Reserva Obligatorio, que, destinado a la consolidación, desarrollo y garantía de la Cooperativa, es irrepartible entre los socios. Los importes destinados a este fondo son unas cantidades que el socio no podrá llevarse consigo cuando cause baja de la Cooperativa. Al contrario, quedará en ella beneficiando a los que continúan como socios, cumpliendo esa función de garantía de futuro para la Cooperativa y para los que trabajan en ella. Incluso, en caso de liquidación, este Fondo (o lo que quede del mismo) se pondrá a disposición de la entidad que designe cada Comunidad Autónoma para la promoción y difusión del cooperativismo.
Igualmente, el Fondo de Educación y Promoción Cooperativa supone una inversión en las personas, basada en el convencimiento de que "las empresas las hacen los hombres" y de que “la enseñanza debe ser permanente para que sea eficiente”, tal y como sentenciaba José Mª Arizmendiarrieta. El Fondo de Educación y Promoción se utiliza principalmente para llevar a cabo actividades que cumplan alguna de las siguientes finalidades: (art.56 Ley 27/1999, de Cooperativas, QC 1999/7115)
- La formación y educación de sus socios y trabajadores en los principios y valores cooperativos o en materias específicas de su actividad societaria o laboral y demás actividades cooperativas.
- La difusión del cooperativismo, así como la promoción de las relaciones intercooperativas (incluyendo la cobertura de gastos por la participación en Cooperativas de segundo grado, Cooperativas de integración y demás entidades creadas para la promoción, asistencia, dirección común o actividades de apoyo entre Cooperativas).
- La promoción cultural, profesional y asistencial del entorno local o de la comunidad en general, así como la mejora de la calidad de vida y del desarrollo comunitario y las acciones de protección medioambiental.
De todo lo dicho anteriormente, cabe destacar dos aspectos:
- Primero, los recursos, tanto humanos como económicos, que se dedican a la formación de socios y trabajadores, garantizando su reciclaje continuo y un nivel más que óptimo de empleabilidad (sin olvidar que la Cooperativa debe crear un empleo rentable y competitivo); y
- Segundo, el interés por la sociedad, desde un punto de vista cultural, profesional y asistencial, orientado en última instancia a una mayor cohesión social. Aquí se pueden incluir el patrocinio y mecenazgo de actividades culturales, deportivas, etc., dirigidas sobre todo a los jóvenes, ancianos, y otros colectivos con riesgo de marginación social.
Especial atención se dedica a la juventud, propiciando el surgimiento de hombres y mujeres cooperadores capaces de consolidar y desarrollar la experiencia en el futuro. No en vano la juventud se configura como garantizador del futuro social y económico de nuestras comunidades.
En resumen, las Cooperativas desempeñan una función transformadora de la sociedad, tal y como han asumido, por ejemplo, las empresas que forman parte de la Corporación Mondragón - Humanity at work, al elevar esta consideración a la categoría de principio: “La experiencia cooperativa de Mondragón manifiesta su voluntad de transformación social solidaria con la de otros pueblos, a través de su actuación en el marco de Euskal Herria en un proceso de expansión que colabore a su reconstrucción económica y social y a la edificación de una sociedad vasca más libre, justa y solidaria (...)”.
Al margen de la dotación de estos Fondos, de obligado cumplimiento, las Cooperativas pueden ir (y, de hecho, van) mucho más lejos en su responsabilidad social. En primer lugar, con la aportación de recursos por parte de los propios socios durante toda la vida de la Cooperativa, a través de la capitalización y reinversión de una parte importante de los retornos cooperativos. Se persigue, no sólo garantizar la continuidad de la organización, sino crecer desde un punto de vista empresarial. Este crecimiento de la estructura conlleva incorporar más personas al proyecto, generar nuevos puestos de trabajo.
Si bien los nuevos trabajadores se incorporan a la Cooperativa, en la mayoría de los casos, con un contrato laboral, esta situación tendrá un carácter transitorio. Una vez que este trabajador acredite su adaptación al puesto de trabajo y un grado suficiente de motivación e interés por el proyecto (y siempre que su función dentro de la empresa tenga un carácter más o menos estable, no resultado de un incremento puntual del volumen de trabajo), pasará a ser socio. Esta nueva condición le garantiza una estabilidad, no sólo económica, sino también emocional, familiar y social que mejorará su calidad de vida y, por extensión, la de su entorno más cercano.
La defensa del empleo creado es un objetivo prioritario en cualquier Cooperativa. Para conseguir este objetivo se subordina la política retributiva a la política de conservación de puestos de trabajo, y los socios están dispuestos a reducir sus anticipos laborales, si esto permite mantener los niveles de empleo. Aunque esto sea más evidente en los momentos económicamente menos favorables, es algo que también se da en el día a día, como una medida preventiva. Se vinculan los anticipos laborales a la situación económica de la Cooperativa, analizando los ratios de rentabilidad y equilibrio patrimonial, y las propias perspectivas empresariales. Realmente, esta flexibilidad retributiva no deja de ser reflejo de la doble condición del socio, trabajador y empresario, que le impulsa a luchar por el éxito de su proyecto empresarial.
Las cooperativas de iniciativa social
Hasta este momento se han citado algunos argumentos que hacen de las Cooperativas unas empresas especialmente comprometidas con la creación de empleo.
Sin embargo, existe una categoría de Cooperativas en la que se da un “plus” de compromiso social, en las que, lo que hasta ahora era un posicionamiento ético, se convierte en norma de obligado cumplimiento. Se trata de las Cooperativas de Iniciativa Social, que se pueden definir como aquéllas (habitualmente de trabajo asociado) que ofertan servicios de bienestar social.
Las Cooperativas de Iniciativa Social se caracterizan por perseguir tres objetivos:
- No tener ánimo de lucro,
- Crear puestos de trabajo, y
- Ofrecer servicios de bienestar social a las personas.
Estos servicios de bienestar social incluyen una amplia gama de actividades, siendo los principales los servicios sociales, culturales, de apoyo a la vida diaria, de ocio educativo y tiempo libre, y de integración social y laboral de colectivos desfavorecidos. Se trata, por lo tanto, de actividades encaminadas a la mejora de la calidad de vida y de la cohesión social.
Al mismo tiempo, se trata de necesidades emergentes aún no cubiertas por el mercado; en definitiva, son servicios que se enmarcan dentro de los NYE.
La Ley 27/1999, de Cooperativas recoge los requisitos que debe reunir una Cooperativa de iniciativa social para ser considerada como tal:
- Que tenga por objeto social: (art.106.1 Ley 27/1999)
* La prestación de servicios asistenciales mediante la realización de actividades sanitarias, educativas, culturales u otras de naturaleza social.
* El desarrollo de cualquier actividad económica que tenga por finalidad la integración laboral de personas que sufran cualquier clase de exclusión social, y
* En general, la satisfacción de necesidades sociales no atendidas por el mercado.
- Que sea una Cooperativa sin ánimo de lucro, para lo cual es necesario que sus Estatutos sociales recojan expresamente: (disp. adic. 1 Ley 27/1999)
* Que los resultados positivos que se produzcan en un ejercicio económico no podrán ser distribuidos entre sus socios,
* Que las aportaciones de los socios al capital social, tanto obligatorias como voluntarias, no podrán devengar un interés superior al interés legal del dinero, sin perjuicio de la posible actualización de las mismas,
* El carácter gratuito del desempeño de los cargos del Consejo Rector, sin perjuicio de las compensaciones económicas procedentes por los gastos en los que puedan incurrir los consejeros en el ejercicio de sus funciones, y
* Que las retribuciones de los socios trabajadores o, en su caso, de los socios de trabajo y de los trabajadores por cuenta ajena no podrán superar el 150% de las retribuciones que, en función de la actividad y categoría profesional, establezca el Convenio colectivo aplicable al personal asalariado del sector.
Merecen especial atención los aspectos que deben recogerse en los Estatutos sociales (y que, por tanto, serán de obligado cumplimiento) y que están relacionados con la carencia de ánimo de lucro. Ante todo, conviene aclarar que el no tener ánimo de lucro no significa que la Cooperativa no pueda presentar unos resultados económicos positivos; todo lo contrario, la Cooperativa no podrá cumplir con su función social si no alcanza los niveles de rentabilidad necesarios para sobrevivir.
En realidad, el carecer de ánimo de lucro viene definido por dos cuestiones:
- Por el modo en que se consiguen estos beneficios; se limitan los intereses al capital social y los anticipos laborales, de tal manera que la cuenta de pérdidas y ganancias no presentará unos gastos tan elevados y los beneficios (como resultado de la diferencia entre ingresos y gastos) se incrementarán; y
- Por la imposibilidad de distribuir estos resultados entre los socios; la reinversión se torna así obligatoria, con la vista puesta en el crecimiento de la Cooperativa y la consiguiente creación de nuevos puestos de trabajo.
De esta manera, las Cooperativas de iniciativa social, mayoritariamente microempresas, se erigen, por su objeto social (encuadrado en los NYE) y por su carácter de no lucrativas, en el mejor ejemplo de cómo las Cooperativas pueden cumplir una función generadora de empleo de calidad, favoreciendo la cohesión social y la mejora de la calidad de vida de las comunidades en las que se establecen y desarrollan su actividad.
Este artículo ha sido publicado en el "Boletín Quantor Contable", del 1 de octubre y del 1 de noviembre de 2011.
ElDerecho.com no comparte necesariamente ni se responsabiliza de las opiniones expresadas por los autores o colaboradores de esta publicación