En la crisis de 2008, hubo un cierto consenso en considerar que el problema en el retraso y la insuficiencia[1] del reconocimiento de las pérdidas derivadas del riesgo de crédito de las inversiones por parte de las entidades, se debió a lo inadecuado de las normas contables. Por ello, tanto el IASB como el FASB acordaron[2] el cambio, para pasar del modelo de pérdida incurrida al de pérdida esperada[3].
Aunque con algunas diferencias significativas, ambos emisores de normas contables (IASB y FASB) han llevado a cabo el mencionado cambio de modelo. El primero a través del IFRS 9 y el segundo a través del ASC 326. Es de suponer que, tras ese cambio, será menos probable que se produzcan de nuevo retrasos significativos en el reconocimiento de pérdidas por riesgo de crédito.
En la crisis actual de 2023, el posible retraso en el reconocimiento de pérdidas por riesgo de mercado requiere un análisis diferente para cada una de las posibles causas de los retrasos que se han citado con anterioridad.
La respuesta depende de las opiniones que se tengan respecto al modelo de valoración de los activos financieros que ofrecen las normas contables. En general, los activos financieros representativos de instrumentos de capital (acciones), se miden en el balance por su valor de mercado (valor razonable) y las diferencias de valoración se reconocen como ingreso o gasto en la cuenta de pérdidas y ganancias.
Sin embargo, para los activos financieros representativos de títulos de deuda, que son los que han afectado principalmente a SVB y otros bancos, existen tres posibles clasificaciones, teniendo cada una de ellas su propio tratamiento contable. Con pequeñas diferencias, el IASB y el FASB han regulado estos activos de renta fija, respectivamente, en el IFRS 9 y en el ASC 320. Las posibles clasificaciones son:
- Los activos de renta fija que la empresa adquiere para negociar con ellos tienen el tratamiento similar al de las acciones. Se miden a valor razonable en el balance y sus diferencias de valoración se reconocen en pérdidas y ganancias.
- Otro grupo viene dado por aquellos activos de renta fija que no tienen un destino preciso. Es decir, se pueden mantener hasta su vencimiento, pero también se pueden vender; lo que el IFRS 9 considera de modelo de negocio mixto y el ASC 320 denomina “disponibles para la venta”. Estos activos también deben medirse en el balance por su valor razonable, pero sus cambios de valor no se reflejan en la cuenta de pérdidas y ganancias hasta que no son vendidos.
- Finalmente, otro grupo reúne a los activos de renta fija que la empresa tiene para cobrar sus flujos de caja contractuales y tiene la intención y capacidad de mantener hasta su vencimiento. Estos activos no se miden en balance por su valor razonable, sino que se miden por su coste amortizado[4]. Por lo tanto, para conocer cuál es su valor de mercado hay consultar la memoria (notas a los estados financieros) donde, obligatoriamente, debe reflejarse el valor de mercado de que aquellos activos financieros que en el balance no aparecen por su valor de mercado.
Este modelo mixto[5] (unos activos financieros se valoran según mercado y otros no) no es el único posible. Durante mucho tiempo, tanto el IASB como el FASB consideraron seriamente la posibilidad de que todos los instrumentos financieros se midieran de acuerdo con el mercado (full fair value model), pero finalmente se ha mantenido el modelo mixto, con sus ventajas y sus inconvenientes.
Por lo tanto, es opinable y discutible que el modelo vigente (el mixto) sea el más apropiado para evitar el retraso en el reconocimiento de pérdidas. A estos efectos, posiblemente, el modelo full fair value podría ser más apropiado. Como mínimo, en opinión del autor de estas líneas, los activos financieros de objetiva valoración y alta liquidez (como era el caso de los bonos de SVB), deberían medirse en el balance por su valor razonable[6].
La ventaja del modelo mixto, de limitar el reflejo de la volatilidad de los mercados en los estados financieros, posiblemente pesa menos que el inconveniente de impedir el reconocimiento temprano de las pérdidas en muchos casos.
¿Ha aplicado correctamente la normativa contable vigente alguna entidad como el SVB?
Para contestar a esta pregunta, debemos recordar, con el cuadro resumen que sigue, el modelo mixto en el tratamiento contable vigente de los activos financieros de renta fija que se establece en los USGAAP (parecido a los IFRS en este punto); ya que son los USGAAP los aplicables por SVB.
Tipo de activos financieros de renta fija (bonos) | Reflejo de su valor razonable o valor de mercado | Reflejo de sus cambios de valor razonable o de mercado. |
De negociación | Balance (Activos financieros) | Cuenta de pérdidas y ganancias |
Para mantener o vender (disponibles para la venta) | Balance (Activos financieros) | Balance (patrimonio neto)[7] |
Mantenidos hasta vencimiento | En la memoria (notas a los estados financieros) | Hay que calcular la diferencia con los datos de la memoria |
En este punto, es importante revisar un concepto que se emplea mucho, no siempre con precisión: las pérdidas no realizadas. En general, se suele decir que las pérdidas no realizadas son aquellas que se producen por la caída de valor de un activo que aún no se ha vendido. Es decir, se considera que hasta que no se venda el activo son eso: “pérdidas no realizadas”.
Se suele interpretar que las pérdidas no realizadas no son en realidad pérdidas, porque el valor del activo se puede recuperar antes de que lo vendamos. Sin embargo, esta interpretación es discutible, sobre todo cuando se trata de activos financieros muy líquidos.
Por otro lado, como se ha visto en el somero análisis de su tratamiento contable, las pérdidas no realizadas se reflejan en el balance en dos de las tres clasificaciones mencionadas. Es decir, si son significativas, pueden hacer quebrar a la empresa. Solo hay una categoría, la que se trata a coste amortizado, en la que no se refleja su valor razonable en el balance. Siendo esta categoría, precisamente la que era muy significativa en el balance de SVB.
Pero recordemos que para aplicar el coste amortizado se precisa cumplir dos condiciones: que la empresa tenga la intención de mantener los bonos hasta su vencimiento y que la empresa tenga capacidad para hacerlo. Es decir, no basta con tener la intención, sino también la capacidad. Siendo dudoso que SVB cumpliese esa segunda condición. ¿Por qué? Porque teniendo una gran parte de sus pasivos basados en depósitos a la vista, no es adecuado suponer que no se iban a retirar esos depósitos y, por lo tanto, no sería necesario vender dichos activos para hacer frente a la retirada de dichos depósitos.
Deberían haber previsto que, en cuanto se produjese un repunte de los tipos de interés –como fue el caso-, sería imprescindible vender los bonos para obtener liquidez con la que hacer frente a las salidas de depósitos. Por todo ello, posiblemente, la entidad no aplicó correctamente las normas contables. Es decir, posiblemente, no tenía la capacidad de mantener esos bonos hasta el vencimiento y, por lo tanto, debería haberlos presentado en el balance -ya en 2022- valorados a mercado. Con ello, se hubiese anticipado el conocimiento de la crisis que con los datos que existían ya era inevitable.
¿Y el auditor? ¿Pudo hacer algo para que se reconociesen antes las pérdidas?
No es fácil contestar a esta pregunta, con la información disponible. Es posible que lo sepamos en un futuro cercano. La clave será la comprobación de las explicaciones que facilitó SVB a su auditor para convencerle de que tenía la intención y la capacidad de mantener esos bonos hasta su vencimiento.
Viene a ser el mismo análisis realizado en el punto anterior, respecto al cumplimiento de la normativa por parte de la entidad. Si la entidad no clasificó bien las inversiones de renta fija y, por lo tanto, no los valoró adecuadamente, incumpliendo por lo tanto las normas contables, debería haber sido el auditor el que hubiese reflejado su discrepancia en su informe. Y no estamos hablando de cifras menores.
¿Y los analistas? ¿Pudieron prever lo que iba a suceder con cierta anticipación?
Es cierto que, antes de tener que vender los bonos con las pérdidas consiguientes[8], ya se pudo apreciar en las notas a los estados financieros (memoria) de SVB que estos activos estaban sobrevalorados en balance. Por lo tanto, los conocimientos contables han sido decisivos para poder anticipar los problemas.
Muy posiblemente, aquellos analistas más versados en la normativa contable han podido ver con tiempo lo que se avecinaba, examinando con detenimiento los estados financieros de SVB en los últimos trimestres de 2022. Las valoraciones a mercado de los bonos que aparecían en las notas a los estados financieros -muy inferiores a su valoración en balance-, junto con el riesgo de retirada masiva de los depósitos, era “una bomba de relojería” en momentos en los que la subida de los tipos de interés era ya un hecho. Otros analistas, menos versados, es posible que hayan pasado por alto estas alarmas.
Cuando un analista ve en las notas de los estados financieros las hipótesis en las que se ha basado la empresa para preparar sus estados financieros y no está de acuerdo con esas hipótesis, debe ajustar dichos estados financieros a las hipótesis que el analista ve más probables.
Por ejemplo, en las notas a los estados financieros emitidos por SVB hay un párrafo en el que explicaba que SVB asumía que los deposito se iban a mantener constantes y que dicha hipótesis podría cambiar en el futuro. ¿Qué más necesitaban los analistas para darse cuenta del significado de dicho párrafo?[9]
Por ello, es preciso resaltar de nuevo la ventaja competitiva de los analistas versados en las normas para la emisión de estados financieros de las entidades. Es muy probable que, algunos de ellos, hayan evitado pérdidas muy importantes a sus clientes.
Terminado este breve análisis, el lector podrá llegar a sus propias conclusiones respecto a los principales “culpables” del retraso en el reconocimiento o, al menos en las alertas, de las pérdidas inminentes.
[1] “Too Little, too late” fue el nombre que en el argot internacional se dio a este fenómeno.
[2] https://www.fasb.org/page/getarticle?uid=fasb_NewsRelease01-31-11Body_0228221200
El IASB es el órgano emisor de los IFRS y el FASB el de los USGAAP.
[3] Por el método de pérdida incurrida, se requería un evento de crédito, un hecho concreto que evidenciase un deterioro de valor de un activo y, por lo tanto, el reconocimiento de la pérdida por el importe de dicho deterioro. Por el método de pérdida esperada, se pueden utilizar otras estimaciones, con sus probabilidades correspondientes, para determinar el posible deterioro de un activo financiero.
[4] La valoración a coste amortizado no tiene en cuenta el valor de mercado, sino que se reconoce el activo por su precio de adquisición ajustado con gastos y comisiones, al que se añaden en cada período los intereses devengados, de acuerdo con su TIR, y se deducen los cobros.
[5] El modelo mixto se inició en los 90. Véase: “Background and recent developments in fair value measurement: From FASB's 1996 four decisions to the recent financial crisis” F. Herranz, B. García. Revista Española de Financiación y Contabilidad. (2009). https://aeca.es/old/new/2016/comunicacion3.pdf
[6] Véase: “Does IFRS 9 Consider Financial Statement Users’ Preferences with Respect to IFRS 13 Fair Value Hierarchy? A Suggestion to Refine the Definition of OCI.” F. Herranz, B. García. ESTUDIOS DE ECONOMÍA APLICADA. (2018).
https://aeca.es/wp-content/uploads/2014/05/Art1211_36210_MONOGRAFICO_MAYO-2018.pdf
[7] OCI. “Other comprehensive income” en el argot internacional.
[8] Como es sabido, cuando se producen alzas en los tipos de interés, se producen caídas en la valoración de los activos de renta fija, sobre todo si tienen intereses bajos.
[9] Véase párrafo completo: “Based on a historical deposit study of our clients, we make certain deposit balance decay rate assumptions on demand deposits and interest-bearing deposits, which are replenished to hold the level and mix of funding liabilities constant. These assumptions may change in future periods based on changes in client behavior and at management's discretion”.
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