Entrevistamos a Victoria Ortega, Presidenta del Consejo General de la Abogacía Española.
¿Cuál ha sido su referente profesional femenino? ¿Por qué?
Aun siendo consciente de que suena pretencioso, diré que mi primer referente ha sido la Justicia, que siempre se representa con la imagen de una mujer. Me hice abogada porque siempre quise que el mundo fuera más justo e igualitario, por ese afán de dar a cada persona lo que le corresponde y arreglar los problemas llegando a acuerdos más que buscando la confrontación. En el terreno más concreto de la abogacía, me han inspirado mujeres como Concepción Arenal o Clara Campoamor, pero también otras abogadas menos conocidas que he ido descubriendo con los años, como Carmen Telo, decisiva para la reforma del Código Civil que supuso un gran avance para los derechos de las mujeres.
Si una mujer ocupara su puesto, ¿quién sería la mejor candidata? ¿Por qué?
Cuando tomé posesión dije que me sentía feliz por ser la primera mujer que ocupaba la presidencia del Consejo General de la Abogacía Española en sus 75 años de historia, pero que lo sería mucho más cuando deje de ser noticia que una mujer llega a un puesto de responsabilidad. Hay miles de abogadas que pueden desempeñar este puesto, hay consejeras decanas magníficas y con capacidad de trabajo para representar a la Abogacía. Solo hace falta que quieran presentarse y que sean elegidas democráticamente por el resto de miembros del Consejo. No es necesaria una cualidad en las mujeres distinta de la de los hombres para llegar a este puesto. Solo se necesita compromiso, capacidad de trabajo y, sobre todo, igualdad de oportunidades.
¿Qué medidas habría que implantar en el ámbito laboral para combatir la brecha salarial?
Hace tiempo me preguntaron por esto y dije que habría que implantar por ley la igualdad salarial en las empresas y sancionar a las que no cumplan. Es inconcebible que a igual trabajo no corresponda el mismo salario. Me ha parecido estupenda la iniciativa del Gobierno de Islandia en este sentido, o la de Alemania de hacer públicos los salarios de los trabajadores. Esto no es incompatible con que una empresa pueda tener incentivos para quienes más o mejor trabajan, siempre ponderando que las cargas familiares no penalicen a las mujeres.
¿Qué opina del proyecto de ley del País Vasco que pretende equiparar los permisos de paternidad y maternidad? ¿Podría hacerse una regulación similar a nivel nacional?
Me parece un paso muy importante, porque creo que los cuidados no son exclusivos de las mujeres. La incorporación de la mujer al ámbito laboral no la ha liberado en la misma medida de la responsabilidad del trabajo doméstico y de los cuidados de hijos u otros familiares y esto da lugar a situaciones injustas que hay que corregir. Me parece muy bien que los hombres asuman su responsabilidad, pero los cuidados van más allá del nacimiento y se extienden más allá de los hijos. Hay que educar y legislar en la corresponsabilidad de los cuidados.
¿Está a favor de un sistema de cuotas? ¿Por qué?
Mientras la igualdad de oportunidades no sea una realidad, hay que adoptar medidas para eliminar obstáculos y barreras. Las cuotas son una de esas medidas temporales para trabajar por la igualdad real. Cuando se alcance ya no serán necesarias. Como decía el otro día la periodista Milagros Pérez Oliva, para que las mujeres avancen en sus derechos, los hombres han de retroceder en sus privilegios. Solo después podremos avanzar todos juntos.
Para el día del 8M se ha convocado por primera vez una huelga general feminista. ¿Cree que así se fomenta la concienciación de la sociedad sobre la desigualdad?
Respeto el derecho de huelga, naturalmente. No sé si es el método más adecuado para conseguir ciertas reivindicaciones, cuando la situación de precariedad laboral es mayoritaria entre las mujeres. Pero esta reflexión sobre el derecho de huelga se puede hacer extensiva a otras convocatorias generales, feministas o no. Lo que está claro es que cada vez las mujeres entienden peor la desigualdad y se callan menos. Eso es muy positivo. Hay que educar en la igualdad de derechos, el mundo no puede ser justo si la mitad de la población está discriminada. Y hay que visibilizar y denunciar cualquier discriminación.
Futura Ley de retribución salarial ¿Cuál es su opinión?
Lo importante no es que haya muchas leyes o que se modifiquen las existentes al calor de la actualidad. Lo importante es que las leyes se cumplan y que se adopten las medidas presupuestarias, de control y transparencia necesarias para su cumplimiento. La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres supuso un gran avance, pero confía en exceso en la voluntad de los actores. Si no hay estímulos, capacidad sancionadora o carácter imperativo, la aplicación de una ley es deficitaria y no consigue su objetivo. Es hora de que la igualdad sea una realidad y no una utopía.