La sentencia, emitida por el Juzgado de Primera Instancia nº 68 de Madrid, marca un precedente en España, ya que es la primera vez que se concede una compensación económica por daños morales relacionados con la separación de un animal doméstico. “Lamentablemente, esta situación lo veíamos con los hijos menores, ahora lo vemos con animales. Este caso puede ayudar a frenar su uso como instrumento de castigo en conflictos de pareja”, afirma Lola García, la abogada que representó a la mujer.
García subraya la importancia del fallo al reconocer los vínculos emocionales entre las personas y sus animales, equiparando el sufrimiento causado por la separación de un animal al que se experimenta con otros miembros de la familia.
La conexión afectiva fue uno de los argumentos de la sentencia, que reconoció el dolor emocional y la incertidumbre que causaron los meses de separación. Además, advirtió sobre el impacto del tiempo perdido en la vida de las mascotas, cuya esperanza de vida es limitada, haciendo que la única forma de compensar el daño sea a través de una indemnización.
“Un animal suele vivir de 13 a 15 años en el mejor de los casos, por lo que un proceso judicial que puede tardar hasta dos años en resolverse, supone la pérdida de un plazo de tiempo que jamás se va a recuperar, por lo que la única manera de trasladar la importancia que tiene es con una indemnización”, indica García.