La Sala le considera culpable de un delito continuado de daños en sistemas informáticos. Asimismo, le obliga a indemnizar con más de 20.000 euros al Instituto de Biología y Genética Molecular (CBGM) por el coste de la reparación de los ordenadores y por los daños causados por el tiempo que el ataque informático obligó a mantener cerrado el laboratorio.
En acusado negó los hechos y atribuyó la compra del killer a un intento de acabar con los parásitos de los acuarios en los que criaba gambas.
Los hechos ocurrieron en octubre de 2017. Durante diez días, el acusado introdujo el usb killer que adquirió por internet en los ordenadores de trabajadores y compañeros becarios del CBGM dejándolos inutilizados.
El usb killer, según explica la sentencia, es un dispositivo de fácil porte, entre cuyas funciones se encuentra el probar puertos usb contra ataques de sobretensión. Funciona conectándose al puerto usb de un ordenador, recolectando energía de las conexiones de alimentación hasta que alcanza alrededor de los 220 voltios, para posteriormente descargar rápidamente y varias veces por segundo la tensión almacenada sobre la placa base. Este proceso que continuará sucesivamente mientras esté conectado a un ordenador o no pueda realizar la carga/descarga, en el caso que el circuito electrónico sobre el que esté conectado dejase de funcionar.
Teniendo presente que un puerto usb únicamente soporta alrededor de 5 voltios y el killer recolecta energía hasta alrededor de los 220 voltios, para después descargarla, la utilización alrededor de treinta segundos de este dispositivo produce una sobrecarga casi instantánea en el ordenador al que se acopla, lo cual produce un daño que afecta inmediatamente a la placa base de cualquier dispositivo que contenga algún puerto usb, como un ordenador de sobremesa o portátil.