Hace unos días nos ha dejado José Luis Pérez de Ayala, conde de Cedillo y de Fuensalida, uno de los “budas”, como me gusta llamarlos con cariño y admiración, del Derecho Tributario en España. Lo conocí como Presidente de un tribunal donde me presentaba a una plaza como Profesor Titular de Escuela Universitaria de Derecho Financiero y Tributario en la Universidad de Córdoba, en la que algunos colegas querían que quedara en ella por los siglos de los siglos, lo cual, por fortuna, no consiguieron. En ese momento encontré a una persona afable, gran conocedor de la disciplina y, sobre todo, que me dejó un consejo que he seguido desde entonces al pie de la letra: “el que sigue lo consigue”.
Además de abogado en ejercicio, creador, junto a Narciso Amorós, de la actual firma “Pérez de Ayala. Abogados y Economistas”, que dirige su hijo Miguel, fue Catedrático de Economía Política y Hacienda Pública, impartiendo docencia en ICADE y las Universidades de Murcia, Navarra, Autónoma y Complutense de Madrid, llegando a ser Rector de la San Pablo CEU. Autor de varias decenas de libros y artículos, fue director de la Revista de Derecho Financiero y Hacienda Pública durante décadas.
En 2001 ingresó en la Academia de Jurisprudencia y Legislación con su discurso sobre “Valoración y significado de las ideas tributarias de Montesquieu, para la dogmática del derecho tributario moderno”, que tuvo la contestación, nada menos, que de Juan Vallet de Goytisolo.
En el plano internacional, ocupó la presidencia de la International Fiscal Assotiation y
contó con la Medalla de Distinción por Méritos del Ministerio de Hacienda. Entre 2000 y 2001 tuve la oportunidad de compartir con él, en mi calidad de secretario, la Comisión para la reforma de la Ley General Tributaria, donde sigo teniendo presente sus más que sensatas aportaciones.
Deseo recordarlo como portador de esa bondad desinteresada y espontánea que caracteriza a las personas excelentes. Como dijo Machado de sí mismo, bueno "en el mejor sentido de la palabra, bueno". Nos ha dejado José Luis, pero siempre nos quedará su recuerdo. No, no es del todo correcto, personas como él no se van, pues siguen entre nosotros. Sus amigos, lo llevaremos en el corazón, su familia, en su alma, para siempre.
Fdo. Javier Martín Fernández
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense de Madrid.