Cada vez más, los órganos jurisdiccionales se ven obligados a abordar los conflictos originados en torno a la sucesión de la empresa familiar. Estos conflictos tienen lugar generalmente en las sucesiones entre la segunda y la tercera generación, es decir, cuando la empresa pasa de los “hermanos” a los “primos”. Ello se debe fundamentalmente tanto a la ampliación de la familia, como a las nuevas y diferentes motivaciones de sus miembros.
Los elementos que generan un mayor número de conflictos en estos casos suelen centrarse en la composición de los órganos de gobierno de la empresa (consejo de familia, junta y consejo de administración), la transmisibilidad de acciones o participaciones, la valoración de las mismas o la política de dividendos. Todas estas situaciones pueden desembocar, como reconoce Iñaki Frías -socio de derecho mercantil y responsable del área de empresa familiar de RCD- en un contexto en el "que se produzca una disminución de la productividad y se pueda llegar incluso a un bloqueo del consejo de administración".
Para evitar estos conflictos, expertos como Iñaki Frias o Manuel Pavón , consejero de empresa familiar, proponen varias soluciones. En primer lugar, están los pactos familiares que permitirían prever los procedimientos de acceso de familiares a la empresa y el establecimiento de cauces de mediación y arbitraje para evitar pleitos. En otros casos, Pavón apunta a otras estrategias como la paralización de actuaciones para abrir un periodo de reflexión o el procedimiento de “poda del árbol”, que implica ni más ni menos que “la compra de acciones entre la propia familia”. En definitiva, se hace necesaria una cultura común que evite los conflictos sucesorios en la empresa familiar.
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