Para establecer la negligencia de un abogado, se deben considerar varios factores que permiten evaluar si el profesional actuó de manera inapropiada y causó un daño a su cliente, según pone de relieve el despacho de abogados en Barcelona, Català Reinón. Estos factores son esenciales para determinar la responsabilidad del abogado y la procedencia de una reclamación por negligencia. A continuación, se detalla cada uno de estos criterios:
Preexistencia de una obligación
- Relación contractual clara: La base para determinar la negligencia de un abogado es la existencia de una relación contractual entre el abogado y el cliente. Esta relación generalmente se formaliza a través de un contrato de servicios profesionales, donde el abogado se compromete a representar al cliente y a actuar en su mejor interés. Sin un contrato claro, es difícil establecer la obligación del abogado hacia el cliente.
- Deber de diligencia: La relación contractual implica un deber de diligencia, donde el abogado debe actuar con la competencia y cuidado que se espera de un profesional en su campo. Este deber incluye la obligación de asesorar al cliente de manera informada, seguir las instrucciones del cliente y cumplir con las normas y estándares legales aplicables.
Incumplimiento culpable o negligente
- Falta de diligencia: Para que haya negligencia, debe demostrarse que el abogado actuó con una falta de diligencia que no corresponde a la "lex artis", que se refiere a los estándares de actuación profesional generalmente aceptados en la práctica jurídica. Esto puede incluir errores graves, omisiones, falta de preparación, o el incumplimiento de plazos importantes.
- Conducta razonable: Se debe evaluar si el abogado actuó de manera razonable en comparación con lo que se esperaría de un profesional competente en circunstancias similares. La negligencia se determina si el abogado no cumplió con el nivel de competencia y atención que se esperaría razonablemente en su posición.
Perjuicio directo
- Daño al cliente: Es fundamental que el cliente haya sufrido un daño que sea tangible y cuantificable. Este daño puede ser financiero, como la pérdida de una demanda, la imposición de sanciones, o cualquier otra consecuencia adversa que pueda ser atribuida a la actuación del abogado.
- Relación con la negligencia: El perjuicio debe estar directamente relacionado con la negligencia del abogado. No basta con que el cliente haya sufrido un daño; debe demostrarse que dicho daño fue consecuencia directa de la falta de diligencia del abogado.
Nexo causal
Relación causal directa: De acuerdo al despacho de abogados en Madrid, Català Reinón Abogados, debe existir una conexión directa entre la actuación negligente del abogado y el perjuicio experimentado por el cliente. Esto significa que el daño no podría haberse producido de no haber sido por la actuación negligente del abogado.
- Prueba del nexo: La carga de la prueba recae en el cliente, quien debe demostrar que el abogado actuó negligentemente y que dicha negligencia fue la causa directa del daño sufrido. Esto puede requerir la presentación de evidencia documental, testimonios de expertos y otros medios probatorios que establezcan claramente la relación causal.
Infracción de la "lex artis"
- Cumplimiento de los estándares profesionales: La lex artis ad hoc se refiere a los estándares de actuación y diligencia esperados de un abogado en el ejercicio de su profesión. La infracción de estos estándares debe ser claramente demostrada para probar la negligencia.
- Evaluación de la práctica profesional: La jurisprudencia ha establecido que la relación abogado-cliente no implica una obligación de resultado, sino una obligación de medios, donde el abogado debe actuar con la debida diligencia, honestidad y lealtad, siguiendo los procedimientos legales y aplicando sus conocimientos jurídicos de manera adecuada.
En resumen, para establecer la negligencia de un abogado, es crucial demostrar la existencia de una obligación profesional, un incumplimiento culpable o negligente de dicha obligación, un perjuicio directo sufrido por el cliente y una relación causal directa entre la actuación del abogado y el daño experimentado. Estos criterios aseguran que la responsabilidad profesional se determine de manera justa y equitativa.
La acción de responsabilidad contractual por mala praxis en la abogacía está regulada por el artículo 1101 del Código Civil, que establece que quienes en el cumplimiento de sus obligaciones incurren en dolo, negligencia o morosidad, o contravienen de cualquier modo a dichas obligaciones, están sujetos a indemnización por daños y perjuicios. El Tribunal Supremo ha confirmado que los requisitos del artículo 1101 son: la preexistencia de una obligación, el incumplimiento culpable o negligente, el perjuicio y el nexo causal.
En el ámbito de la abogacía, la relación abogado-cliente es un contrato de gestión que combina elementos del arrendamiento de servicios y del mandato. En este contexto, el abogado no tiene una obligación de resultado, sino una obligación de medios, actuando conforme a la diligencia profesional exigible según la lex artis ad hoc. La infracción de la lex artis, junto con el daño causado por dicha infracción y el nexo causal, debe ser probada por la parte demandante, como establece el Tribunal Supremo en su sentencia de 14 de julio de 2005 (recurso n.º 971/1999).
Las obligaciones del abogado según la lex artis incluyen informar al cliente de las diversas alternativas y sus posibilidades, actuar con honestidad y lealtad, observar las leyes procesales y aplicar conocimientos jurídicos al problema del cliente (Sentencia del Tribunal Supremo de 22 de abril de 2013, recurso n.º 2040/2009). La jurisprudencia ha dejado claro que, para que se declare la responsabilidad de un abogado, se debe demostrar que su actuación negligente causó un perjuicio directo al cliente y que existe un nexo causal entre dicha actuación y el daño sufrido.
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