Estos se juntan en un régimen de sostenibilidad empresarial y se asocian con ciertos objetivos específicos. Por ejemplo, en reducir las emisiones de dióxido de carbono o los desechos durante la fabricación.
La motivación principal para emplearlo es controlar si la empresa cumple sus propósitos. En caso de desviación, se pueden tomar acciones correctivas. De esta forma, estos indicadores de sostenibilidad reflejan el rendimiento de la compañía y su progreso en los planes.
Es importante optar por los parámetros adecuados y fuertemente ligados con los objetivos establecidos. De lo contrario, no tendrían el impacto deseado.
Por otra parte, están vinculados con una amplia variedad de normas voluntarias. Algunos son los de seguridad ambiental, ética o social que deben ser considerados. Al aceptarlos, las firmas demuestran su compromiso y lo que aportan a estas áreas.
Hoy hay más de 500, como los de divulgación financiera del TCFD del Consejo de Estabilidad Financiera.
