Retiro madrileño. Jardines de Cecilio Rodríguez.
En la puerta del restaurante, allí estaba, el viernes 1 de abril de 2016, la encarnación (in-carnatio) de una institución. Carlos Carnicer (CC), 15 años de representación, defensa, protección e impulso de los abogados españoles, desde la Presidencia del Consejo General de la Abogacía.
Llegamos al límite de la corrección horaria. Carnicer esperaba al ministro de Justicia, y eso nos permitió saludarle con cercanía.
Vislumbramos el salón, en el que casi 300 personas estaban ya acomodadas en sus respectivas mesas.
- "Presidente: ¡cómo está esto!".
Con su bonhomía habitual y modestia nada afectada, hizo un gesto expresivo, como de incredulidad:
- "De verdad que yo no esperaba algo parecido".
¿Y qué ibas a esperar, Carlos Carnicer? Tres lustros, quince años de patronear esa compleja embarcación con timón firme, cuestionable como todo lo humano, pero marcando un rumbo cierto y a vela llena. Tres lustros son más que suficientes para movilizar una nutrida, experta y heterogénea tripulación como la que estaba el viernes en el Retiro.
Lógicamente, arrollaba la inteligencia jurídica.
Abogados; muchos, célebres, brillantes, históricos. Jueces; bastantes, mediáticos, brillantes, históricos. Catedráticos y profesores. Pero también ministros de Justicia (tres), procuradores, sociólogos, periodistas, algún editor jurídico...
Todos, animados por el deseo de compartir este momento complaciente, en el que se escenificaba otro movimiento, tal vez el último, de la charnela institucional entre el Carlos cesante y la Victoria iniciante.
La fórmula funcionó. Juan Carlos Ortega, periodista versátil por transformable, iba citando a sucesivos micro oradores –un minuto era su tiempo- que habían de responder, previa entrega de micrófono volante, a preguntas benévolamente amañadas, conocidas de antemano por el cuestionado, relacionadas todas con facetas diversas de CC.
No conté los intervinientes; puede que fueran quince, veinte. Todos –Antonio Garrigues, Miguel Roca, Romay Becaría, Forges, Toharia, todos...- confirmaron su estirpe de comunicadores brillantes, ingeniosos, sutiles.
Destaco cuatro intervenciones (una más tres), por haber hecho blanco en la diana de la emoción o el ingenio, por distintas razones.
1. La esposa de Carnicer, por habernos adentrado con naturalidad cercana en algunas facetas de la intimidad de la pareja.
2. El actual ministro de Justicia.
Catalá recordó que tuvo una reunión, entre muchas, en la que CC lucía una chapa en la solapa: "Tasas NO".
Cuando el Presidente de los Abogados quiso regalarle una igual, el ministro adujo: "No. La Ley de Transparencia impide que acepte dádivas personales o institucionales".
3. El Decano del Colegio de Abogados de Zaragoza, Antonio Morán , elogió con agilidad distintas facetas de CC. Para acabar su intervención afirmando que ..."una vez más, Carlos termina su acción con una Victoria".
4. Victoria...Ortega, obviamente. No en vano ha convivido profesional, institucionalmente, muchos años con CC. Por tal razón, no es extraño asumir que también esgrima de modo natural, como hacía Carlos Carnicer con locuaz asiduidad, el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. (Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros).
Buen bagaje de partida, para una singladura que será, seguro, complicada y rica en requiebros, experiencias y necesidad de negociar, tensar y destensar, transigir, exigir, ejercer... Habrá tenido, sin duda, un gran maestro.
Juan Pujol
Consejero Delegado de Lefebvre - El Derecho
