Los avances tecnológicos no son sólo cosa de adultos. Con el paso de los años se ha reducido cada vez más la edad en la que los niños tienen alcance a, por ejemplo, teléfonos móviles. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la mitad de los niños de 11 años ya tiene su propio móvil.
De esta manera, los niños disponen de acceso a redes sociales y servicios de mensajería online. Si bien puede facilitar la conexión con sus padres ante cualquier eventualidad, también los vuelve vulnerables a nuevas formas de delito, como el ciberacoso.
Sin móviles dentro y fuera de las aulas
Ante esta realidad, la Comunidad de Madrid continúa implementando iniciativas para luchar contra el ciberacoso y el bullying en los centros educativos. Si a finales del año pasado estableció que los estudiantes no podrían entrar en clase con sus teléfonos, la semana pasada dio a conocer que, a partir del curso 2020-2021, esta medida también se extenderá fuera de las aulas, lo que incluye el tiempo destinado al recreo.
No obstante, se aplican excepciones a la norma de prohibición general para aquellos casos en los que el uso del teléfono móvil esté previsto en el proyecto educativo o tenga fines didácticos, así como para los alumnos que por razones de salud o discapacidad precisen de estas herramientas.
Se trata de una medida que no solo impacta en la relación existente entre jóvenes y tecnología, sino que, además, permitirá reducir una tendencia cada vez más extendida: grabar con los teléfonos móviles peleas o cualquier otro tipo de acoso para después hacerlo viral por grupos de mensajería instantánea o redes sociales, un fenómeno ya bautizado como ‘happy slapping’.
Aunque hasta ahora en España no se había llevado a cabo, la prohibición de utilizar el móvil tanto en el interior como en el exterior de los centros educativos no es pionera. Países de nuestro entorno, como es el caso de Francia, ya han limitado el uso de los teléfonos móviles como medida para combatir —o al menos mitigar— el ciberacoso.
Impulso regulador contra el acoso escolar
De esta forma, en los últimos años se han impulsado diversas medidas en este sentido, principalmente por el incremento del uso del móvil en edades tempranas y su impacto directo en el bullying por su poder de difusión y amplificación. Entre ellas, la Ley 26/2015, de 28 julio, que modificó el sistema de protección a la infancia y a la adolescencia y que ya contempla al ciberacoso entre las formas de acoso escolar.
Aunque el Código Penal no tipifica de forma específica el “acoso escolar”, a su alrededor existen acciones que sí pueden ser constitutivas de delito, tales como las lesiones, las amenazas, las coacciones, las injurias, las calumnias, las agresiones o los abusos sexuales. En esta línea, la LO 1/2015, que modifica el Código Penal, ya introdujo el nuevo delito de acoso para aquellas conductas que, de forma insistente y reiterada, menoscaban gravemente la libertad y el sentimiento de seguridad de la víctima.
Teniendo en cuenta que se trata de niños en edad escolar, estos casos de ciberacoso son competencia del Juzgados de Menores, siendo aplicable la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, que regula la responsabilidad penal de los menores. Esta ley se aplica menores de 18 años, pero mayores de 14: por debajo de esta edad, los niños son inimputables y, por tanto, están exentos de cualquier responsabilidad.
¿Qué hacer si tu hijo sufre ciberacoso?
En el caso de que sus hijos sean el objetivo de ciberataques, los padres deben tener en cuenta una serie de recomendaciones.
Para empezar, deben tener pruebas de lo que está sucediendo. Es importante imprimir aquellas páginas donde aparecen dichos insultos, amenazas o situaciones de humillación. De esta manera, se evita la posibilidad de que dicho contenido sea borrado. Dicha prueba preferiblemente deben obtenerse ante un notario y posteriormente denunciar, abriéndose un procedimiento.
Por otro lado, la contención del niño que está sufriendo bullying es vital. Por este motivo, resulta muy importante llevarle a un profesional médico para que pueda medir los daños que podría haber causado el ataque online y ofrecer apoyo y recursos para que en el futuro se enfrente más fuerte a esta problemática.
ElDerecho.com no comparte necesariamente ni se responsabiliza de las opiniones expresadas por los autores o colaboradores de esta publicación