Volvemos a apelar a la experiencia para transmitir una serie de conceptos a tener en cuenta cuando nos enfrentamos a la preparación de una vista, sobre todo en los primeros momentos. Vamos a transmitir diez consejos que, de una forma muy concreta, nos van a ayudar a no dejarnos nada en el camino.
Asistir a nuestra primera vista no debería provocarnos nunca sensaciones negativas. Debemos intentar reconducir esa situación hacia algo positivo; no vamos a poder eliminar la tensión del momento, pero sí controlarla para que se transforme en una tensión positiva, en un estado de alerta que va a hiperactivar nuestras funciones neuronales durante el juicio.
Primero: control absoluto sobre el asunto. Hay que esquematizar y diferenciar los puntos en los que vamos a basar nuestra defensa, pero sin someternos al arbitrio de la memoria. Conocer un asunto no es haberlo memorizado, es controlarlo, entenderlo, ser conscientes de dónde están los puntos fuertes y débiles de la postura mantenida por nuestro cliente y que nosotros vamos a defender en sala. Tenemos que interiorizar los hechos enjuiciados igual que si nos hubieran sucedido a nosotros.
Preparemos nuestro juicio y el de la contraparte.
Segundo: También el aspecto procesal es esencial. Realizar un repaso previo a la Ley Procesal aplicable para recordar los "ritos" del procedimiento, prestando especial atención a los recursos orales en sede civil y a la obligatoria protesta en sede penal.
Tercero: preparación con cliente y testigos. Preparación que ha de ser minuciosa, desde los interrogatorios al comportamiento en Sala. No dejemos esta preparación para el día antes de la vista o para dos horas antes en una cafetería próxima al Juzgado.
Cuarto: Búsqueda y análisis de jurisprudencia aplicable al asunto, incluso de la que podamos aplicar a sensu contrario, nos va a facilitar el encuadramiento jurídico del caso.
Quinto: Elaboración de nuestra “instructa” o “nota para la vista”. En ella, vamos a esquematizar las distintas fases del juicio, los medios probatorios de los que nos vamos a valer, formulación de los interrogatorios, folios de la instrucción en los que vamos a tener que detenernos, etc.
Quiero referirme brevemente a las alegaciones finales. No debemos memorizarlas ni prepararlas de tal forma que vayan a ser reproducidas literalmente durante nuestra exposición. Tenemos que tener prevista y esquematizada, en lo que yo denomino guionización, la fundamentación jurídica, sentencias que entendamos de aplicación o incluso la valoración de alguna prueba que ya esté incorporada al procedimiento, pero no olvidemos que es imposible adelantarnos al resultado de la prueba practicada en el acto de la vista.
Sexto: organización de la documentación. Tengamos siempre a la vista nuestra nota para la vista y, en su caso, los escritos rectores y documental relevante para nuestra defensa. Si nuestro juicio es penal, señalicemos de la forma que nos sea más cómoda los folios de la causa a los que vamos a tener que referirnos en el desarrollo del plenario.
Séptimo: Control del escenario. Conviene haber visto juicios similares (y a ser posible, en el mismo Juzgado), conocer el edificio de los Juzgados, planta donde está ubicada la sala de vistas, dónde se encuentra la sala de togas, etc.
Octavo: Vistas civiles, posibilidad de recurso de reposición oral. Incluyamos una reseña al mismo en nuestra instructa.
Noveno: control de la respiración, aspirar y espirar aire unos segundos antes de entrar en Sala. Nos va a ayudar, y mucho, a relajarnos.
Décimo: Control de nuestro lenguaje no verbal. Nunca bajar la mirada. Manos sobre el estrado.
Es absolutamente recomendable haber realizado simulaciones de juicios, ya que es la única forma en la que el letrado va a aprender lo que es un juicio, y no por haberlo visto, sino por haberlo preparado y celebrado él, adquiriendo una inestimable experiencia, capacidad de improvisación y tomando conciencia de sus propias capacidades en sala, posibilidad que ofrecen nuestros Talleres.
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