Entrevistamos al notario José Marqueño de Llano, presidente de la Unión Internacional del Notariado
Trayectoria José Marqueño de Llano (Vianos, Albacete, 1948) se licenció en Derecho en 1970 en la Universidad de Murcia. En 1977 aprobó las oposiciones a notario, ejerciendo primero en Colmenar (Málaga), más tarde en la Rambla (Córdoba) y desde 1984 en Viladecans (Barcelona). Desde 1990 es notario en Barcelona. Fue Decano del Colegio Notarial de Cataluña entre 2005 y 2008, etapa en que también presidió el Consejo General del Notariado. Ha sido vicepresidente de la Oficina Notarial Permanente Internacional, presidente de la Fundación Aequitas, presidente de Ancert y de la Fundación Cultural del Notariado. Tras una etapa como consejero, en octubre de 2016 fue elegido presidente de la Unión Internacional del Notariado (UINL), la organización no gubernamental fundada en 1948 – con España como país cofundador - que aglutina a 87 países y un total de 300.000 notarios, y se encarga de promover, coordinar y desarrollar la actividad notarial en todo el mundo. P: ¿Es notario por vocación? R: La verdad es que no pensé en hacer otra cosa que no fuese ser notario. Si esto es vocación, no lo sé, pero desde siempre tuve claro que quería ser notario; no tan claro que lo sería pero sí que lo intentaría. P: Ingresó al notariado por Andalucía y posteriormente llegó a Cataluña. ¿Hubo algún motivo en especial? R: No había ningún motivo en especial. Vine sin ánimo de permanencia pero mi última hija ya nació en Barcelona, mis dos hijos están casados con catalanas y la mayoría de mis nietos son catalanes. De modo que lo que podría haber sido una situación de paso por Cataluña se ha con- vertido en una situación permanente, y me jubilaré ya en Barcelona. P: Desde entonces ha ocupado relevantes cargos institucionales: ¿la presidencia de la Unión Internacional del Notariado supone la culminación de su vida profesional? R: La presidencia de la Unión Internacional del Notariado será mi último cargo seguro, por razones de edad. En todo caso, no sé por qué he logrado estos cargos, yo creo que por pura casualidad. Siempre estuve implicado en labores colegiales y corporativas, así me lo enseñó mi padre; trabajé en lo que pude y en la medida de mis fuerzas allí donde me llamaron, y en algún momento posiblemente estaba en el sitio justo en el momento oportuno. No me propuse una carrera notarial en este sentido, pero sin proponérmelo fui llegando a los cargos con la misma sensación de vocación de servicio. Cuando me han llamado he estado, como estuve cuando me llamaron para ser Decano en Cataluña, donde antes había sido miembro de muchas comisiones del Colegio. Nunca he dicho que no al Notariado, y aquí estoy. P: Además de la presidencia, la Unión Internacional del Notariado cuenta con notarios españoles que ocupan actualmente destacadas responsabilidades. ¿Cómo valora esta presencia? Desde el punto de vista de la Unión, la valoro muy positivamente porque el Notariado español siempre ha sido un gran apoyo y un gran baluarte de la Unión desde su fundación. Desde el punto de vista personal, creo que más que mis méritos para ser nombrado presidente de la Unión, lo que se reconoció fueron los méritos del Notariado español. Evidentemente, no hubiese acepta- do presentar la candidatura a la presidencia, y así lo dije, si no hubiese contado con el apoyo unánime de todo el Notariado español, de su presidente, del de mi Colegio y, sobre todo, porque son los que más han trabajado, de los nueve consejeros – diez conmigo - de la Unión que se comprometieron a trabajar por ello. Dicho esto, quiero destacar en primer lugar la figura, para mí imprescindible, del secretario, Pedro Carrión. Sin él no podría ser presidente. Es más, en el trabajo de día a día, se trata casi de una copresidencia. Pedro y yo estamos “tanto monta, monta tanto”, aunque desde el punto de vista institucional yo soy el presidente y él es el secretario. Si deseas continuar con la lectura de la entrevista, descárgate el PDF.