Con motivo del Día del Abogado Joven, entrevistamos a Carmen Stegmann, abogada
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Con motivo del 31 de octubre, Día del Abogado Joven, y en este año tan agitado, en el que, entre otras cosas, ha continuado la comunicación y el trabajo en remoto como nueva forma de trabajar, entrevistamos a Carmen Stegmann, abogada.
Siempre hay que tener claro que para poder hacer un buen trabajo hay que tomarse los necesarios periodos de descanso. Llegada una hora determinada hay que apagar la pantalla y el móvil, no contestar mensajes o correos a deshoras y defender esto frente a la clientela. De la misma forma, fines de semana y días de fiesta tienen que ser sagrados. Puede haber determinadas excepciones, pero los abogados no podemos estar disponibles las 24 horas, a menos que realmente estemos de guardia y se compense económicamente.
Por otro lado, tenemos que ser conscientes de cuál es la carga de trabajo que podemos asumir razonablemente y aprender a decir “no” en determinados momentos.
No tengo demasiados referentes de la situación actual, es cierto que muchos bufetes han establecido sistemas de trabajo en remoto que están funcionando con bastante normalidad, o incluso alternando el trabajo en remoto con algunos días presenciales. Pero para contrataciones nuevas supongo que habrá mayores obstáculos, puesto que la situación influye bastante en las posibilidades de supervisión de los jóvenes abogados y la coordinación del equipo, aún teniendo a disposición las nuevas tecnologías.
No hay duda de que la situación ha supuesto un reto para todos. En nuestra profesión la presencialidad juega un papel fundamental, en las actuaciones ante el foro, pero también en las reuniones con los clientes. No es lo mismo tener una conversación personal que telefónica, incluso a través de Zoom u otros sistemas análogos. Como ventaja puede señalarse una mayor flexibilidad en determinadas ocasiones, pero también puede suponer inconvenientes. Una vista con videoconferencia siempre se alarga más de lo habitual, la mayoría de las veces por problemas de conexión.
En mi caso sobre todo he hecho uso de Zoom, tanto en reuniones con clientes, como también sesiones formativas del Colegio de Abogados. Precauciones tomamos las mismas que en el resto del manejo en la red, estableciendo las oportunas contraseñas. No obstante, intento mantener reuniones presenciales con los clientes, por ser más cómodas en la mayoría de los casos. En un despacho pequeño, tomando las oportunas medidas de seguridad, ha sido posible continuar con el trabajo con relativa normalidad.
Aún me parece pronto hacer valoraciones en este sentido, los cambios introducidos ya se venían avecinando desde los últimos años y ahora por fin se han recogido en la regulación de la profesión, que en mi opinión consigue colmar las deficiencias de la anterior regulación en buena medida. Pero también este es un aspecto que hay que seguir trabajando, adaptar las normas a la realidad social imperante, y continuar actualizándose a medida que esta cambie.
Será interesante ver cómo evoluciona nuestra sociedad en todos los aspectos, habrá nuevas rutinas y formas de desempeñar el ejercicio de la abogacía, adaptándonos a la situación que impere en cada momento. Y, por supuesto, nuevos asuntos a tratar según surjan ciertas necesidades. Me queda la duda si en algún momento en los próximos años volveremos a una vieja “normalidad”, ya que todas las pandemias acaban en algún momento, aunque después puede que erupcione un volcán.
En nuestro caso sin duda la erupción del Volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma, donde se ubica mi despacho, y que aún no ha finalizado. Encontrarse en uno de los municipios más afectados supone por un lado una cierta paralización del juzgado, problemas diarios recurrentes como ruidos y cenizas, y nuevos asuntos que llegan de clientes afectados directamente con pérdidas patrimoniales importantes con la consiguientes urgencia que requiere la atención de los mismos.