Especial Día del Abogado Joven 2020

Pol Olivet Rivera: "Las ventajas de las herramientas tecnológicas no deben ser a costa de los derechos laborales"

Entrevista
Pol Olivet

Entrevistamos a Pol Olivet Rivera. Vocal electo de Altermutua

El día 31 de Octubre se celebra el Día del Abogado Joven, en reconocimiento a su trabajo, dedicación y esfuerzo silencioso en la defensa de los derechos e intereses de la ciudadanía, así como en la mejora de la profesión y de la Administración de Justicia.

¿Cómo están afrontando el colectivo de Abogados Jóvenes la pandemia desde un punto de vista de profesional?

Creo que la mayor parte de agrupaciones han entendido que la única forma que tienen de relacionarse con sus agrupados y agrupadas es vía telemática. Algunas ya lo hacían pero ahora se ha convertido en algo imprescindible. Aquellas que no lo hagan perderán utilidad para con sus agrupados y se distanciarán más con el riesgo que conlleva de dejar de ser útiles. Por ello, la formación durante este período, es de vital importancia. Esto es totalmente aplicable a los propios colegios de la Abogacía. Ahora es el momento de ser útiles, de no serlo la desafección puede ser irreversible.

¿La Covid-19 y lo que ello conlleva e implica jurídicamente supone una oportunidad para la Abogacía Joven atendiendo a todo lo que puede ofrecer el abogado y abogada joven al mercado?

De lo que nos estamos dando cuenta durante el COVID-19 es la prolífica tarea legislativa que los gobiernos están desarrollando, lo que supone una constante reforma y aprendizaje, y ahí, los abogados y abogadas jóvenes tienen mucho que aportar. El estudio de nuevas materias y la solución a problemas nuevos es una oportunidad para el desarrollo del talento de los más jóvenes. El problema puede estar en la visibilización de estas características, pero esto ya es harina de otro costal.

La crisis por la expansión del COVID-19 plantea retos tecnológicos afectando a la forma de trabajar de los despachos de abogados y también a la forma de relacionarse con sus clientes. ¿Qué recomendaría al abogado y abogada joven a la hora de afrontar tecnológicamente esta nueva coyuntura?

Le recomendaría lo mismo que a cualquier compañero o compañera en activo: no disponer de una organización en remoto es estar fuera del mercado. Evidentemente hay muchas especialidades, por ejemplo los penalistas. En nuestra jurisdicción no parece lo más obvio preparar estrategias de defensa o primeras visitas en remoto, la presencialidad lo es todo. Ahora bien, el día a día del despacho, se desarrolla desde cualquier lugar sin requerir de presencialidad. Creo que hablar de “nuevas tecnologías” resulta anacrónico.

Pensando en el futuro escenario post COVID-19  ¿cambiará el modo de relación abogado-cliente en el contexto de una nueva normalidad, o por el contrario volveremos a una situación similar a la previa de la crisis?
Hablar de la COVID-19 en pasado me resulta difícil, creo que estamos todavía en algo incipiente sobretodo en la forma de relacionarnos y la relación abogado-cliente no es ajena a ello. Creo que nada será igual, hemos normalizado las reuniones desde nuestros domicilios y aquello que era algo extraordinario está a la orden del día. Lo extraño parece ahora una reunión presencial. En este mismo sentido creo que nos humanizará.

El hecho de abrir nuestros hogares a las relaciones laborales ha visibilizado algo más aspectos de la conciliación que, aunque quede mucho por hacer, es algo muy positivo.

Teniendo en cuenta que esta crisis sanitaria ha transformando los modelos de trabajo dando un protagonismo sin precedentes al teletrabajo ¿Cuál es su opinión desde el punto de vista de la conciliación de futuros abogados?

Para mi es esencial la conciliación y la COVID-19  junto con las herramientas tecnológicas lo han evidenciado. Ahora nos estamos dando cuenta que perder dos horas en ir y regresar del trabajo no tiene mucho sentido sobretodo en profesiones como la abogacía, en la que gran parte del día transcurre mientras leemos, escribimos y hablamos. Evidentemente las relaciones humanas son esenciales; primeras visitas, comidas con clientes, etc.. ahora más que nunca tienen un valor especial y seguirán, y deben seguir. Pero para el resto, el teletrabajo entiendo que ha venido para quedarse.


Dicho esto, creo que es esencial que los derechos de los trabajadores se respeten y se fomenten, ya que puede ser una arma de doble filo. Lo vemos en la precarización con los sistemas de los “riders” o la “uberización” de muchas profesiones. Las ventajas de las herramientas tecnológicas no deben ser a costa de los derechos laborales.

Gracias a la aplicación de tecnología los futuros abogados disponen de nuevas herramientas y soluciones (plataformas o software) para optimizar la gestión de los despachos. ¿Qué soluciones/ herramientas entienden como imprescindibles a la hora de adaptarse a la evolución de los nuevos modelos de trabajo donde el teletrabajo obtiene mayor protagonismo?

Creo que el trabajo en remoto es esencial. Tener todo lo que se tiene en el despacho desde cualquier dispositivo es imprescindible, sea tablet, smartphone o portátil. Un abogado o abogada lo es las 24 horas del día, independientemente del tiempo laboral que le dedique, y en consecuencia necesita tener todo aquello que necesita para trabajar en cualquier momento.
Más allá de un software concreto creo que lo importante es la organización en el despacho, con los compañeros y compañeras y el aprovechamiento de las herramientas con las que trabajamos. Estudiarlas a fondo es una inversión de tiempo en el futuro que después agradeceremos.

El establecimiento de protocolos de uso, en el formato que sea, es fundamental para el buen entendimiento y desarrollo profesional con los compañeros. Trabajar en equipo, más que nunca, es esencial.

Los paquetes suite gratuitos de los gestores de correo electrónico, con un buen uso, pueden ser suficientes para tener la información siempre disponible y bien gestionada. Creo que en este campo lo importante no es el qué, es el cómo.

¿Qué disciplina formativa recomiendan para los futuros profesionales de la abogacía? ¿Por qué?
Seguramente diría que la formación en aspectos tecnológicos es fundamental, pero no creo que sea la único ni mucho menos. Es cierto que para solucionar los problemas de los clientes hay que entenderlos, y la gran mayoría tienen ya un componente tecnológico, de ahí que sea de gran importancia. Pero otras manifestaciones tecnológicas como la inteligencia artificial abre un campo inmenso de interpretación de conceptos clásicos, que más allá de la problemática tecnológica, nos genera grandes dilemas éticos a los que hay que dar respuesta.
Creo que la formación en el campo de las humanidades es fundamental en el futuro de nuestra profesión. La tensión de la dogmática clásica con la irrupción de la tecnología nos hace darle respuesta a preguntas que no pueden ser respondidas únicamente desde una perspectiva legal. Imaginemos conceptos como la autoría en el Derecho penal, ¿quién será el autor en el atropello de un peatón por un coche autónomo? Estas respuestas necesitan de formación extrajurídica, y creo que el campo de las humanidades es muy importante, como lo son el de las ciencias relacionadas con el Derecho, como la economía, empresa, etc..

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